Una nación desnacionalizada
Vivimos en un conflicto permanente basado en el agotamiento de los que no queremos conflicto
Salvo excepciones, en la Historia de la humanidad reciente, siempre que una nación se ha dividido, las partes resultantes se han empobrecido con respecto a ... la situación preliminar. Ya digo que hay excepciones, sobre todo si tras la escisión una parte se ha convertido en dictadura y la otra no, en el resto de los casos la pérdida es insoslayable, Brexit dixit.
Si nos miramos a nosotros mismos, la situación de España es, cuando menos, paradójica, pues no tiene sentido que aquéllos políticos y partidos que pretenden la escisión de sus regiones del resto de España participen y sean miembros activos del Parlamento Español. ¿Qué sentido tiene esto? No pretendo polemizar, tan sólo constatar un hecho real y en donde mi propia ideología queda fuera de juego; tan sólo es analizar, desde la razón, la sinrazón que tiene una circunstancia como esta.
¿Cómo puede ser que alguien que pretende destruir la nación española pueda participar activamente en el seno desde donde se gobierna esa misma nación? Vivimos en un conflicto permanente basado en el agotamiento de los que no queremos conflicto, por parte de los que se sienten víctimas, cuando al final las víctimas somos el resto, los que tenemos que soportar esa visión separatista, cuando lo único que deseamos es vivir la fiesta en paz. Unido a ello hay un mito, muy utilizado por quienes pretenden dividir, que es el de destacar que, si quien te gobierna lo hace desde el mismo territorio en el que tú vives, va a ser mejor que si la gobernanza es igual para todos los que viven adscritos al sentimiento de nación; es profundamente falso y también la Historia lo corrobora; no hay espacio en este artículo para ejemplificarlo.
La solución a esta nación desnacionalizada sería fácil si todos los que se quieren separar del resto coincidieran, pero lo que no se puede pretender es ejercer la dictadura, de unos, vamos a decir la mitad, sobre los otros que son la otra mitad. En algunas regiones de España llevamos ya más de 200 años con estas diatribas y los que nos quedan y, efectivamente, cuando damos voz y voto a los que nos quieren separar, lo único que tienen que hacer es seguir y persistir hasta lograr el agotamiento, arguyendo perjuicios, ausencia de sensibilidad histórica, falta de respeto cultural y toda una serie de argumentos que entran de lleno en una plena demagogia y que quienes quieren creérselo se lo creen a pies juntillas, sin detenerse a pensar en las causas racionales de aquellos políticos que lo único que quieren son sus propios beneficios, no los de sus gobernados.
Afortunadamente no viviré tres vidas más para seguir con esta misma dinámica que, seguramente, sea eterna, mientras dure.
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