Chivatos del pasado
Cantabria es riquísima en cartularios. Lo que prueba que pronto llegó aquí la cristianización. En su mayor parte provienen del siglo VIII, el de la ... invasión y ocupación musulmana de Hispania, que en el norte peninsular no fraguó. A diferencia de los Cronicones —que son más falsos que las promesas del político cuyo lema es «si te digo la verdad miento»—, los cartularios, becerros o tumbos son fiabilísimos, porque su composición es registral. Y las copias a la letra, fidedignas. Dicho sea en plata: son la verdad de la misa que a la misa conviene. Lo cual no es óbice para que contengan descuidos (involuntarios) o mentirijillas (voluntarias) inspiradas por intereses eclesiales varios, siguiendo el dictado del abad en interesada comunión con el cielo.
Casi todos nuestro cartularios han sido minuciosamente estudiados. Tal el 'Cartulario de Santa María de Piasca' (857-1272), por Julia Montenegro (1991). Del cual la Asociación de Escritores de Cantabria hizo una edición facsímil con estudio y notas del catedrático Jesús Ángel Solorzano y coordinación de Marino Pérez Avellaneda. El 'Cartulario de Santillana', obra de Jusué con notas y razonamientos míos, duerme el sueño de los justos, pendiente de edición. Y el 'Cartulario de Liébana', en versión facsimilar, también lo tengo en veremos. Comprende documentos desde primeros del año 790 hasta el 4 de agosto de 1316, con un par de documentos previos cuyas dudas de datación penden de imposible desvelamiento.
Sabido es que los cartularios traen información del pasado al presente. Por razones obvias hasta el siglo X su redacción es latina. Con ostensible corrupción de la lengua madre (abusado latín) y términos del emergente nuevo idioma: el español o castellano (futura lengua del imperio). Desde el XI en adelante, ya se impone con determinación plena el idioma patrio (vulgo: cristiano) hasta hacer desaparecer por entero la previa redacción latina (salvo en contadas ocasiones y por justificados motivos protocolarios). Razón de más para estudiarlos. A conciencia.
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