El Carmen. Festividad del Carmen. En el día de la patrona, el mar sólo quiere ser mar. Mar en plenitud. Del orto al ocaso. Fruto ... de mis despertares, muy apuntado tengo que la ciudad de Santander amanece por Ajo, con permiso del artista Okuda que revistió de arcoíris su samaritano faro blanco.
Apúntense (es gratis) al simpar espectáculo del rayar el día aquéllos a quienes el corazón les permita las emociones fuertes. Compruébenlo formando anteojo con las manos en el primer saliente propicio que hallen al paso: Barrio Pesquero, Grúa de Piedra, Palacete del Embarcadero, Puertochico, San Martín, Reina Victoria, Promontorio, La Magdalena, Chiqui, Los Molinucos, el Faro... Háganlo al alba, cuando la noche huye y la mañana fluye. Arrebol de rojos y amarillos en la acerada concavidad del cielo. En lontananza, suena la sirena de un vapor, un paquebote o un práctico. Aunque no suene, imaginemos que en efecto suena pregonando la vuelta de los pescadores, en esas ventrudas embarcaciones a las que se deseó buena pesca cuando se internaban en el mar al atardecer. Qué bendición. Las barcas tornan con cajas rebosantes de escama de plata.
Miércoles, 16 de julio. Día grande. Festividad de la Virgen del Carmen. El mar rendido a los pies de la patrona del mar y de los marineros. El mar en virgen personificado. Náutica procesión en el Barrio Pesquero. Flambear de banderolas. A mar en calma suena el bronce. Cuánta marinería vestida de azul y blanco de la cabeza a los pies, con pañueluco al cuello y escapulario al pecho. Todos como de primera comunión. La blanca alpargata permite a quien la calza sentir en la planta de los pies la redondez de la tierra. Y gozar del cielo... a quien, en la procesión urbana, antiguo Molnedo, con fe entona la oracional cuarteta: «Virgen del Carmen, flor del Carmelo, tu manto cubre a todo fiel, en tus manos, nuestro consuelo, reina del mar, salve, ¡oh, mujer!».
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