Vender por sana la burra con mataduras
«Amigo del más amigo. El más amigo la pega. No hay más amigo que Dios y mil euros en la cartera». «En la boda ... de Antonio, todos estrenaron menos el novio». En el concierto de las naciones no hay pueblo más ocurrente que el español. Cuando allá por los sesenta se nos negaba el pan y la sal en los organismos internacionales de mayor prestigio, en la madrileña plaza de Oriente sonó en una concentración un clamor espontáneo de inspiración franquista que acabó sustanciándose como una obra maestra del ingenio patrio: «Si vosotros tenéis ONU, nosotros tenemos dos».
Me ha recordado aquella bravata matritense lo que acabo de ver pintado en un paredón por las Trinitarias: «La siesta española se ríe del sueño americano». ¡Toma ciribicundia! ¡Que se queden los ambiciosos yankis con el sueño de querer figurar en la lista de la gente más rica del mundo que para escarnio de pobres publica la revista 'Forbes'! En España, el más corto en latines abunda en gramática parda: «Ser el más rico del cementerio no compensa». De manera que nosotros, a lo nuestro. Del sueño americano se ríe la siesta española. En primavera, verano, otoño e invierno, la siesta marca nuestro calendario. Como diría Cela: «Nada hay en este mundo como la siesta española. En pijama y con el orinal de loza a mano en la mesilla. Y si se tercia, en bolas».
Por la Segunda Alameda, la de Oviedo, ya andan los manifestantes más cañeros pregonando a porfía: «¡Joder, joder, joder. La trola al poder!» En España, hay variantes del verbo mentir y del sustantivo mentira para llenar un tren, como dejó aclarado en su diccionario de sinónimos el maestro Casares. Bulo, mentira, falsedad, trola, infundio... «Vender la moto», vino a remplazar la engañifa de los marchantes de ganado, maestros en el arte de «vender por sana la burra con mataduras».
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