El contable
Mr. Wonderful es una empresa que vende tazas y cachivaches con sentencias y aforismos que no pretenden competir con Cicerón, solo dar buen rollete: sonríe, ... todo va a salir bien, puedes conseguir lo que te propongas, y demás. Te levantas para ir al curro y una taza insolente te recuerda que no eres millonario porque no te da la gana, porque tienes cara de vinagre, no sonríes, no te esfuerzas, no crees en ti, no visualizas el éxito, perdedor, que eres un 'loser'.
Sin embargo, el mundo empresarial es injusto y cruel y Mr. Wonderful, después de presentar un plan de reestructuración el año pasado, ahora se ve abocada a un concurso de acreedores porque la Audiencia de Barcelona dio la razón a CaixaBank al considerar que sus previsiones de negocio no eran reales.
Imagino al contable de la empresa colorida y positivista, un tío serio, gris y silencioso, con su traje gris y su cara grisácea, con sus datos bajo el brazo: gastos, ventas, beneficios, datos objetivos... presentándolos a la junta directiva, y ésta acusándolo de atraer las desgracias, de tener malas energías, de no tener motivación, 'impossible is nothing', hoy puede ser un gran día, y todo eso. Los pesimistas están discriminados hoy en día: los llaman tóxicos y negativistas. Y no todos lo son. Puede que alcances la felicidad gracias a unas frases de unos vendedores de trastos. Todo puede ser. Pero los de los datos y las probabilidades, los que pisan el suelo, son llamados pesimistas a pesar de que ellos no provocan los desastres, sólo los anticipan. Y cuando aparece el cataclismo, ellos no entran en pánico, ni lloran, ni dan la tabarra a nadie. Porque ya lo vieron venir. Solo repiten para sus adentros: cómo odio tener razón siempre.
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