Distopía de ilusos
Me llaman la atención los casos de muertes prematuras de 'influencers'. No parece una tendencia clara en este gremio: es más bien un goteo, algo ... que aparece ocasionalmente en los breves de los periódicos. Las causas englobarían a los que se les va la pinza y la cosa acaba en suicidio o sobredosis; las muertes violentas debidas a la sobreexposición en redes —hay una cantidad nada desdeñable de psicópatas sueltos por ahí—; los que se pasan tres pueblos con el deporte o la suplementación y les acaba dando un jamacuco; y los que la diñan por jugarse el tipo para una fotito o mediante autolesiones para regocijo del personal.
Un nexo de unión de estas muertes podría ser una cierta desconexión con la realidad y no haber escuchado a tiempo aquella canción tan reveladora de Def Con Dos titulada 'Pánico a una muerte ridícula'. Porque el mundo es un lugar hostil y peligroso. Puedes palmar a la mínima. Si uno vive en un mundo virtual y piensa que está hecho de píxeles y litio, cualquier día te puedes pegar la hostia de tu vida.
Orwell y Huxley estaban equivocados, también 'Blade Runner' y 'Mad Max'. En nuestra distopía todos los ciudadanos vivirán al margen de la realidad y aspirarán a ser creadores de contenido, a vivir de su actividad en redes, desarrollando actividades cada vez más absurdas. Muy respetable todo. ¿Pero quién va a realizar trabajos productivos? Pues los duendes y los elfos. Porque ser panadero, médico o mecánico requiere esfuerzos inútiles, ya que nunca sales en televisión ni te sigue la gente. Nuestras ciudades serán lugares desérticos con matorrales redondos cruzando las carreteras. La gente vivirá en sus viviendas-zulos y desde allí tratarán de alcanzar su sueño: vivir sin dar palo al agua.
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