Los genes de Sydney
En Estados Unidos están sobrellevando el hastío veraniego metiéndose con la actriz Sydney Sweeney, utilizando para ello una campaña publicitaria en la que la chica ... ha participado para una marca de ropa vaquera. El anuncio en cuestión lo han titulado «Sydney Sweeney has great genes» (Sydney Sweeney tiene grandes genes) y en el mismo aparece la actriz manifestándose orgullosa de su genética privilegiada y haciendo jueguecitos de palabras, aprovechando la similar pronunciación en inglés entre 'jeans' y 'genes'.
Tenemos a una chica atractiva fardando de genética y hay que tener cuidado. Porque te acusan de racista, supremacista blanca, fascista, sexualizada y de promover terapias eugenésicas. La astuta Sydney grabó el anuncio con la taimada intención de difundir esa vieja aspiración: que se mueran los feos.
Yo aquí veo a una empresa intentando vender más pantalones vaqueros, a unos publicistas ayudándolos con su creatividad más o menos afortunada y a una actriz repitiendo sus frases como un papagayo para cobrar el cheque e irse a comer cuanto antes. No veo a esta gente preocupada por la pasta intentando colar un mensaje racista en sus anuncios. Si el artífice fuera Donald Trump –que corrió junto con otros oportunistas a politizar el asunto–, la lectura sería probablemente distinta.
Ser feo no es algo tan horrible. La fealdad está en el interior. Pero no tiene sentido acusar a los que son guapos de delito de odio, por el mero hecho de existir, hacia los que no lo somos. Como si hubiera ánimo de ofender en su insultante belleza. No creo que el fascismo tenga forma de Sydney Sweeney anunciando pantalones vaqueros.
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