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Hay algunos hábitos muy de Santander que, la verdad, no he visto o no los he percibido en otras urbes españolas. Por ejemplo, a nuestra ... afición por jugar con los nombres de las cosas –anchoas, boquerones, bocartes, chirlas, mordejones…– hay que sumar otras acciones cotidianas. Que levante la mano el que no se ha comido el currusco del pan antes de llegar a casa. Es una tentación difícil de vencer. Todos llegamos a nuestras mesas con el de cada día como las boinas, capado. Una vez sobre el mantel, los STV (Santanderinos de Toda la Vida) nos desprendemos de la miga para extender sobre la tosta jamón y tomate o una buena ración de mantequilla de Cantabria y mermelada.
Otra de nuestras costumbres es comer los churros en vez de por la mañana, por las tardes y acompañados generalmente de un chocolate calentito. Mientras, en Andalucía los calentitos y en el Foro las porras, es habitual consumirlos por las mañanas, en el desayuno. Además, tenemos otras costumbres como el pincho de tortilla de patata con café con leche a media mañana en nuestro bar favorito o pedir un café mediano, que en otros sitios de España no saben en qué consiste.
De aquí también es la costumbre de atarse el jersey a la cintura para tenerlo a mano por si refresca, incluso en verano, y tomar las rabas en el aperitivo sin echarles limón, sabia decisión, ya que sabemos que se trata de un adorno y no de un aliño.
En definitiva, tenemos costumbres ni mejores ni peores sino diferentes a otros lugares de la geografía española que nos hacen ser un poco distintos sin casi darnos cuenta.
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