Cabárceno, de la crítica al aplauso
Ningún proyecto estratégico para Cantabria ha generado tanto rechazo en su origen y tanto reconocimiento con el paso de los años
El Parque de la Naturaleza de Cabárceno cumple 35 años consolidado como el gran referente del turismo en Cantabria. Es la principal instalación dependiente de ... la empresa pública Cantur y, junto a las playas y las montañas, el recurso más importante para un sector que representa ya el 12% del Producto Interior Bruto de la Comunidad. El éxito del proyecto que comenzó a dibujarse en 1988 en la mente del exalcalde de Santander y expresidente de Cantabria, Juan Hormaechea, ya fallecido, es evidente y así lo demuestran los datos que hoy ofrece este periódico. El Parque cuenta con cerca de mil animales de más de 120 especies, ofrece 37 recintos –algunos únicos en el mundo–, participa en 34 programas de protección, es clave en la conservación y reproducción de animales en peligro de extinción y acumula ya, según las estimaciones del Gobierno regional, cerca de veinte millones de visitantes, 671.000 solo el último año, cifra récord. Y, quizá lo más importante, a lo largo de estos ejercicios, el Parque y sus responsables han logrado guardar un complicado equilibrio entre su condición de reserva nacional y su importancia como foco de atracción turística para la Comunidad.
Curiosamente, el Parque de la Naturaleza de Cabárceno ha sido el proyecto estratégico para Cantabria que más rechazo social y político generó en el momento de su concepción pero que, con el paso de los años, más alabanzas y aplausos ha logrado. Uno de los mayores críticos con el proyecto de Cabárceno fue Miguel Ángel Revilla, quien hace cinco años, coincidiendo con el 30 aniversario del recinto, no dudó en rectificar y llegó a calificar de «genial» la idea de Hormaechea.
Para entender esa oposición inicial hay que situarse en el momento de su nacimiento, a finales de los años ochenta. Juan Hormaechea, elegido en 1987 presidente del Gobierno de Cantabria como independiente en las listas de Alianza Popular, protagonizó el periodo de mayor convulsión política en la región que derivó, primero, en la moción de censura avalada por PP, PSOE, PRC y CDS y que catapultó al socialista Jaime Blanco a la Presidencia, y segundo, en la vuelta de Hormaechea a la jefatura del Gobierno con un partido propio, la UPCA, y con el apoyo del PP.
A la complicada situación política regional se le unió el ingreso de España en 1986 en la Unión Europea y la consideración de Cantabria como región Objetivo 1, lo que la incluía entre las más pobres de la UE y la abría un amplio abanico de ayudas. Sin embargo, los dirigentes regionales no aceptaron tal catalogación para la Comunidad y, por lo tanto, renunciaron a las ayudas estructurales que contemplaba Europa. Bajo esas circunstancias, la apuesta por el Parque de Cabárceno resultaba para la mayoría de las fuerzas políticas y sociales de la región inviable puesto que la operación entre la Comunidad, Agruminsa (la empresa estatal dedicada a la gestión de explotaciones mineras) y Altos Hornos de Vizcaya, propietario de los terrenos, ascendía a 1.400 millones de pesetas (cerca de 8,5 millones de euros), sin contar aún el coste para acondicionar toda el área.
Lo cierto es que una vez inaugurado el Parque todos los gobiernos de la región han prestado especial atención a la instalación bajo la realidad de ser la joya de la corona para el turismo en Cantabria. Han habilitado nuevos recintos, han aumentado el número de animales y han buscado diversificar la oferta, con propuestas tales como el teleférico o el tobogán alpino, ahora proyectado. Son, sin duda, alternativas viables siempre que nuestros gobernantes sean capaces de no olvidar la concepción inicial del parque como reserva natural.
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