Un ferrocarril necesario
El tren Santander-Bilbao, como tantas infraestructuras públicas, no puede descartarse por la previsión de rentabilidad, sino que debe considerarse su función estratégica y cómo estimulará la demanda del servicio
El proyecto de renovación de la comunicación por ferrocarril entre Santander y Bilbao cuenta ya con un nuevo hito en su breve historia, como lo ... es el estudio informativo que ha encargado el Ministerio de Transportes a las empresas WSP-Apia y Sener Ingeniería y Sistemas, y que esta semana entregó al Gobierno de Cantabria, cuyos técnicos estudian los detalles del informe.
El trabajo, al que ha accedido en su integridad El Diario Montañés y hoy explican Rafa Torre y Abel Verano, fue terminado en junio, considera el tráfico mixto de pasajeros y mercancías y plantea dos posibles trazados: uno de 85 kilómetros, con parada en Castro Urdiales y que tendría una duración de 55 minutos, y otro que se detendría también en Colindres (en las cercanías de Laredo) y que tardaría una hora y un minuto en recorrer los 82 kilómetros que unen Santander y Bilbao.
Ambas opciones tendrían un coste de cerca de 4.000 millones de euros, que duplica la estimación del estudio inicial de 2022, por lo que el informe considera que, con una previsión de viajeros algo superior a los dos millones anuales, el proyecto no sería socioeconómicamente rentable. Plantea la elaboración de un nuevo estudio que divida el recorrido en tres tramos (Santander-Laredo, Laredo-Castro Urdiales y Castro Urdiales-Bilbao) que irían construyéndose en función de la demanda de cada uno de ellos.
La actual comunicación ferroviaria entre Santander y Bilbao está a todas luces obsoleta, tanto por las deficiencias de la infraestructura como por el deterioro de los convoyes, y requiere una renovación completa, algo a lo que el Gobierno de España se ha comprometido con la región. No es de recibo que el recorrido en tren entre dos capitales a un centenar de kilómetros dure cerca de cuatro horas, ni las repetidas averías y retrasos que los pasajeros tienen que soportar.
Las líneas estratégicas de movilidad de la Unión Europea priman el transporte ferroviario frente a otros medios de comunicación menos sostenibles, y es de elogiar que el estudio informativo del ministerio establezca la duración en torno a una hora, lo que lo haría competitivo con el automóvil y significaría un cambio de paradigma en las comunicaciones entre Cantabria y el País Vasco.
Es evidente que nos encontramos ante una obra cara y compleja, para la que es necesario encontrar fórmulas de financiación. Pero no puede aceptarse que se limite al tramo Bilbao-Castro Urdiales, algo así como una extensión del metro bilbaíno, ni eludir la parada en las cercanías de Laredo, una de las zonas más pobladas de la costa oriental cántabra.
El ferrocarril entre Santander y Bilbao, como tantas infraestructuras públicas de comunicaciones, no puede descartarse únicamente por la previsión de rentabilidad, sino que debe considerarse su función estratégica en el desarrollo de ambas comunidades y también cómo la propia renovación del trazado y el servicio servirá de acicate para estimular la demanda. Y por qué descartar que dicha línea pueda ser el embrión de una comunicación por ferrocarril moderna, eficiente y cómoda que una toda la cornisa cantábrica y contribuya a vertebrar las regiones del norte y establecer una vía hacia Europa para beneficio de todos.
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