Sin relevo generacional
Cantabria, como ocurre en toda la UE y en otros países desarrollados, vive un invierno demográfico de difícil reversión motivado por factores económicos y, sobre todo, por los usos sociales
Los datos recientemente conocidos del informe de Funcas sobre la natalidad en Europa en el periodo 2008-2023 han arrojado la conclusión de que Cantabria, ... con un descenso del 49%, lidera el desplome de los nacimientos entre todas las regiones de la UE. En 2024, pese a que experimentaron un ligero repunte, nacieron en la región casi 1.200 niños menos que diez años antes. Con algo más de perspectiva histórica, la caída de natalidad arrastrada desde 1975 vivió entre 1995 y 2008 un proceso de mejoría que se truncó entonces radicalmente y que, de seguir así, impedirá el reemplazo generacional.
Son muchos los factores que influyen en la situación y que contribuyen a explicarla. Según los expertos, la cuestión económica es relevante, tanto por la necesidad de estabilidad laboral y de suficientes ingresos, como por la casi imposibilidad de acceder a una vivienda para las nuevas generaciones en la situación actual del mercado. Pero no es este, ni mucho menos, el único y ni siquiera el principal condicionante para que cada vez nazcan menos niños en nuestras sociedades, algo, por otra parte, común a toda Europa, aunque tengamos el dudoso honor de encabezar el ránking. Un conjunto de hábitos sociales cada vez más instaurados llevan a aplazar la decisión de procrear, lo que a su vez reduce las opciones de tener hijos. El estilo de vida se opone a los condicionantes biológicos.
Revertir esta fuerte tendencia social es muy dificultoso. De hecho, en buena parte ya no tiene solución, pues es imposible reemplazar esa población que no tenemos, excepto por la vía de la llegada de inmigrantes como fuerza laboral que se haga cargo de los empleos sin cubrir. Además, el número de mujeres que están en edad fértil va paulatinamente disminuyendo, lo que reduce aún más las posibilidades de que haya nuevos nacimientos. Dada la índole del problema, requiere actuaciones a largo plazo y sostenidas en el tiempo, y durante muchos años las que se plantearon fueron tibias o inexistentes.
En la actualidad, el Gobierno de Cantabria y los ayuntamientos de la región tienen en marcha una serie de incentivos económicos, como la ayuda mensual por nuevo hijo en municipios pequeños o en riesgo de despoblación, y los pagos por nuevos nacimientos de entre 400 y 1.200 euros, así como reducciones fiscales y la consideración de las excedencias para el cuidado de hijos como tiempo cotizado. También administraciones públicas y entidades diversas incluyen en sus políticas laborales medidas que faciliten la conciliación, y servicios como guarderías y escolarizaciones tempranas son cada vez más habituales. En todo caso, estamos aún muy lejos de los países del norte de Europa, con largos periodos para la crianza y fuertes ayudas, lo que a su vez conlleva un alto coste para el erario público.
Aunque la caída de la natalidad no es un problema sanitario, el Servicio Cántabro de Salud ha ampliado las condiciones para favorecer la reproducción asistida y los embarazos en las mujeres de más edad que quieren acceder a la maternidad. Una aportación que incide en la cuestión social, de las prioridades de las parejas y el retraso de las edades de emancipación y de procreación. Favorecer un estilo de vida en el que tener hijos no sea algo que pueda aplazarse indefinidamente requiere también de actuaciones concretas que lo hagan posible y que contribuyan a paliar nuestro invierno demográfico.
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