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Israel debe garantizar una salida pacífica para la flotilla, que no debe olvidar a su vez que lo relevante no es su peripecia sino el martirio gazatí

Viernes, 3 de octubre 2025, 07:12

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La decisión de Israel de interceptar los barcos que conformaban la Global Sumud Flotilla y trasladar a sus más de 400 tripulantes al puerto de ... Ashdod para que sean deportados la próxima semana a Londres y Madrid ha consumado un pulso que ya se sabía muy desigual. El Gobierno de Benjamín Netanyahu había sentenciado que no iba a permitir que las embarcaciones se adentraran en la zona de exclusión marítima al interpretar como «una provocación» la operación destinada a introducir ayuda humanitaria en Gaza. Un socorro cuya materialización, dada la obcecada crueldad del Ejecutivo israelí en matar de hambre a los habitantes de la Franja, se antojaba poco menos que inviable, por lo que el objetivo de la flotilla pasaba por forzar una situación límite que otorgara un altavoz de impacto mundial –en ella viajan activistas de 40 nacionalidades, 65 españoles– al infinito padecimiento de los gazatíes. El asalto ha generado, en efecto, un eco global traducido en múltiples manifestaciones de apoyo, pero sin que esté claro si la flotilla ha logrado incentivar la atención crítica internacional sobre la devastación de Gaza o solo focalizarla en la propia peripecia de los navegantes. Pero en cualquier caso, lo que resulta imperativo es que el desenlace sea pacífico y que Israel no añada ningún exceso más a los que viene cometiendo.

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