El verano explota en Cantabria
La región sufre una transformación estival que debe verse, ante el creciente número de visitantes, como una indudable oportunidad que precisa encauzar los previsibles excesos con una regulación eficaz
Como si de una explosión progresiva y controlada se tratara, el verano irrumpe de nuevo en Cantabria y transforma la región durante dos meses. Con ... el prólogo de finales de junio y el epílogo de los primeros días de septiembre, la Comunidad cambia de faz y se abre, en una tendencia creciente, a los visitantes. Los habitantes habituales también viven el torbellino estival, muchos de ellos en sus ocupaciones, que en los sectores relacionados directa o indirectamente con el turismo, ven intensificada su actividad.
Según las estimaciones, la población de la región llega a duplicarse, con cifras de en torno al millón de personas, y los visitantes que en este periodo llegan a Cantabria superan los dos millones. En los municipios más turísticos, los residentes habituales se multiplican. Más de seis millones de pernoctaciones en total, un 45% de las del año completo. Estos datos de 2024, que suponen un récord histórico pese a que la meteorología no acompañó, se verán superados este, en una tendencia creciente en la que el norte de España ha adquirido el marchamo de 'refugio climático', por la progresiva subida de las temperaturas en el sur y su endulzamiento en el Cantábrico.
Son muchos los sectores que, como señala la expresión, 'hacen el agosto', pues basan buena parte de su negocio anual en los meses estivales. La hostelería y los alojamientos, también el transporte y el comercio y determinados servicios. Equipamientos como Cabárceno y el teleférico de Fuente De consiguen un uso intensivo, junto con los destinos que estén en boga: sirva el ejemplo del Faro del Caballo, en Santoña. Son muchos los atractivos paisajísticos y naturales de la región, y las administraciones responsables tienen como tarea encauzar en la medida de lo posible los flujos de visitantes para conseguir evitar las aglomeraciones y los conflictos aparejados que, en todo caso, lo son en determinadas jornadas o en periodos concretos.
La oferta cultural del verano cántabro es notable. Los cursos de la UIMP o de la UC, la veintena de convocatorias musicales de todos los géneros, con el FIS o el Encuentro de Música y Academia como enseñas, todas ellas citas de calidad intelectual y artística, dignas de proteger y promocionar, y emblemas de una región que debe ir a más tanto en cuanto a la oferta como incentivando la demanda. El Santander Cultural y su anillo museístico tienen su gran sentido como alicientes de la desestacionalización y de la ampliación del destino más allá de los meses con más demanda, algo que ya ha empezado a ocurrir y en lo que es preciso profundizar.
Los servicios públicos sanitarios, la seguridad y el abastecimiento de agua viven su propia prueba de estrés en la época veraniega, que obliga a redistribuir los recursos y a aumentar el gasto para reforzarlos. Así, la afluencia de visitantes dispuestos a disfrutar de los parajes naturales de la región han disparado en los últimos años los rescates en la montaña. Son problemas que representan también la oportunidad de que los previsibles excesos que el incremento de la demanda provoque sean encauzados de forma eficaz. Están pendientes regulaciones como las de los pisos turísticos o las de las autocaravanas, en las que han de respetarse tanto los derechos de los usuarios como los de los propietarios.
El Diario se suma, desde hoy y hasta el 31 de agosto, a la fiesta estival con la publicación diaria 'Vivir el verano', en papel y web, que pretende ser un reflejo de la riqueza de nuestra temporada alta y una guía para su disfrute para cántabros y visitantes.
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