100 días que reavivan la fe de los jóvenes
El Jubileo de Roma fue un signo poderoso
Esperanza Valentín
Presidenta del Club Oyambre
Miércoles, 3 de septiembre 2025, 07:14
Han pasado poco más de cien días desde que el papa León XIV inició su pontificado. Un tiempo breve, pero suficiente para iluminar el corazón ... de la Iglesia. Su cercanía y sencillez han conectado con la juventud y con muchos que buscan un horizonte de esperanza.
El Jubileo de los Jóvenes, en Roma a comienzos de agosto, lo dejó claro. Más de un millón de jóvenes de todos los continentes se reunieron para rezar, compartir y redescubrir lo esencial.
No fue un encuentro pasajero. Fue un llamado: una generación que no se conforma con consumir o acumular, sino que busca sentido, verdad y trascendencia.
El papa León XIV invitó a los jóvenes a levantar la mirada y aspirar a cosas grandes, a la santidad. Sus palabras tocaron a una generación que, aunque rodeada de prisas, redes sociales y consumismo, sigue teniendo sed de verdad.
En estos cien días, el papa León XIV ha sido luz: joven de espíritu, cercano y valiente. Su mensaje ha encendido a la juventud, invitándonos a caminar unidos: formándonos, soñando y obrando en todos los rincones del mundo.
Desde el Club Oyambre queremos ser parte de este impulso. Formamos jóvenes en valores cristianos como nos enseñó san Josemaría Escrivá a seguir a Jesucristo, abrimos espacios de diálogo y acompañamiento, y aspiramos a la santidad en la vida ordinaria.
Lucía Caso, joven que asistió al Jubileo con un numeroso grupo del Club Oyambre, lo resume: «Cuando ni siquiera sabíamos qué nos íbamos a encontrar en Roma, nos lanzamos a vivir este año Jubilar junto al papa. Hace apenas cien días, el cardenal Robert Prevost era un hombre al que muchos no conocíamos. Hoy le llamamos nuestro papa León XIV. Sabio, inspirador y cercano, nos ha transmitido el mensaje que Cristo quiere que llevemos al mundo: aspiren a cosas grandes, a la santidad, no se conformen con menos. Está en manos de quienes sentimos en el corazón la llamada de Dios no guardar solo para nosotros los frutos del Jubileo y llevar a todos que Jesús es nuestra esperanza».
El Jubileo fue un signo poderoso. Millones de jóvenes arrodillados ante el Santísimo mostraron que la fe sigue viva y no temen levantarse, soñar, ni responder con generosidad.
Como decía san Josemaría Escrivá: «Que tu vida no sea estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor». (Camino, 1)
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