Extraescolares, supraescolares y paraescolares
Prácticamente la mitad los estudiantes españoles recurren a la «educación en la sombra», bien para ampliar saber, bien para reforzar y/o recuperar
El último informe de Esade sobre la «educación en la sombra» en España ha salido hasta en 'The Guardian'. Son muy altos los porcentajes ... de hogares que acuden a las enseñanzas extraescolares. En unos casos, para ampliación y perfección de conocimientos. Suelen corresponder a las clases económicamente mejor situadas. En otros, para refuerzo y recuperación de contenidos. Estos se utilizan más en los sectores de menos ingresos familiares. Ello significa: la diferencia económica marca una gran divergencia en la formación. La «igualdad de oportunidades» es una utopía. Las probabilidades de perpetuación del estatus socioeconómico de los padres son tanto más elevadas cuanto menor dicho estatus.
Si hay mucha demanda de ampliación y perfección, es porque la escuela no lo ofrece. Entonces no se buscan «extraescolares», sino «supraescolares», conocimientos que proporcionen a la descendencia ventajas competitivas como futuros recursos humanos del sistema. Y si hay mucha demanda de refuerzo, es porque la calidad no es buena. Aquí lo «extraescolar» es más bien «paraescolar»: aulas particulares como sombra acompañante de las aulas oficiales.
Aunque no se desagrega el dato de Cantabria, tomemos nota vecinal: el 56% de los alumnos vascos reciben «educación en la sombra», y el 51% de los castellano-leoneses (nuestra región está en un «Resto» donde la media es 50%). En el País Vasco, el mayor gasto se concentra en estudios no reglados de idiomas; en Castilla o Cataluña, lo primero es el gasto en materias curriculares centrales (clases de matemáticas, naturales, lengua…).
Por etapas, ESO y el Bachillerato concentran el ciclo de gasto. La diferenciación cultural de origen socioeconómico no corregida se va a producir en la adolescencia y puede llegar a la mayoría de edad, entrando en vías de consolidación. Conclusión: la educación pública o concertada con fondos públicos no es de por sí una garantía de igualdad de oportunidades. Primero, porque hay quienes no quieren igualdad, sino ventaja, y pueden pagarla. Segundo, porque no hay un modelo claro para el talento adolescente (sí existe en algunos centros, pero solo cuando tienen un proyecto autónomo y la autoridad competente no estorba), lo que perjudica a los de menos recursos.
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