Inmigración ordenada, sociedad mejor
El Plan Nacional presentado por el Partido Popular pretende garantizar toda la gran influencia benefactora de la inmigración en nuestra nación
España es un país con una historia que resultaría inexplicable sin los fenómenos migratorios. Lo mismo puede decirse de Cantabria, cuyo corazón late hoy en ... otros continentes, especialmente América. Por ello, pocas naciones como la nuestra, que ha recibido inmigrantes y ha enviado emigrantes, serán tan sensibles a esta realidad humana y a sus dimensiones no solo económicas, sino también personales, familiares, sociales y culturales.
Es un fenómeno tan importante que resulta esencial gestionarlo de la forma más eficaz posible. Y sobre todo distinguir entre quienes vienen por motivos económicos y quienes lo hacen por causas políticas (a veces las dos razones van juntas, como en el caso de los venezolanos que huyen tanto de la dictadura de Maduro como de su desastrosa gestión económica en uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales).
Es evidente que el actual Gobierno de España no está gestionando bien los flujos migratorios que vienen a nuestro país desde, básicamente, América y África. La prueba es que ahora el gobierno de Pedro Sánchez considera necesaria una regularización masiva de personas fuera de la ley porque según ella no han inmigrado. Equivalen, según estimaciones de diversas organizaciones, a medio millón de personas. Toda Cantabria.
Si ahora se realiza una regularización masiva y no se establece un verdadero plan de ordenación de la inmigración, se habrá enviado el mensaje de que lo ilegal sale al final rentable por los hechos consumados, y el efecto llamada será aún mayor del que es. El hecho de que países que han sido ejemplo de generosidad en este aspecto, como por ejemplo Alemania o Reino Unido, se hayan planteado ya restricciones (con gobiernos de todo color político) nos indica que estamos en un momento en que hay que poner racionalidad.
El Plan Nacional presentado por el Partido Popular pretende garantizar toda la gran influencia benefactora de la inmigración en nuestra nación. Porque la dialéctica que sigue a la demagogia de la izquierda es la sobrerreacción de la derecha radical, no menos demagoga, en una espiral de puro egoísmo electoralista que jamás resuelve nada y que, por el camino, causa muchísimas víctimas e incluso la ruptura de la convivencia. Contra las insidiosas y fantasmagóricas llamadas «alerta antifascista» y «alerta antiinmigrantes», el PP se alza como la única opción cívica, inclusiva, ética y práctica.
Si se ordena bien (nada lo impide, solo hay que ponerse a ello), la inmigración será una de las mejores cosas que le pueden pasar a España en el plano demográfico, económico y cultural en estas próximas décadas.
El Plan Nacional propuesto por el presidente Núñez Feijóo revaloriza la nacionalidad española como premio al compromiso de la persona extranjera con un modelo de convivencia en libertad y solidaridad entre los ciudadanos. Propone vincular la inmigración a contratos de trabajo; reforzar el control de fronteras; agilizar el castigo a las mafias y al fraude; establecer cuotas por países regidas por cumplimiento de condiciones; y privar de la residencia a quienes hayan demostrado que están aquí solo para causar daño.
El mensaje es muy sencillo: se puede venir a España a trabajar, a formar familia, a absorber los valores españoles de convivencia y libertad e igualdad, y en definitiva a convertirse en un español de pleno derecho. Pero no se puede venir a España como sea, con identidades falsificadas o confusas, ni con la certeza de que uno recibirá ayudas a cambio de nada, e incluso permanecerá en el país aunque sea reincidente en delitos. Tampoco se debe venir aquí con la idea de que se podrán propagar valores contrarios a los de nuestra Constitución, por ejemplo discriminando a las mujeres o impidiendo la libertad de expresión o vulnerando el derecho a no declarar sobre las propias creencias.
En el Partido Popular estamos convencidos de que la mayoría de los inmigrantes que ya están, y de aquellos que querrían venir con garantías de españolización, estarán a favor de este Plan Nacional, que aporta tres elementos fundamentales: una humanidad que hoy no es más que sufrimiento realimentado por el desorden; una eficacia que hoy brilla por su ausencia en el control de quién entra en España, circula por ella y utiliza el dinero de los contribuyentes; y una enorme capacidad integradora de la sociedad española, dentro de unos valores que no pueden ser sino los democráticos. Una verdadera política de estado para una España pujante, diversa y solidaria. Solo el PP es capaz de llevarla a cabo, desde su credo humanista y pragmático.
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