Que las vejeces no nos contradigan
Es tiempo de poner en contradicción los imaginarios que sitúan a todas las personas mayores –casi sin excepción– en un lugar de fragilidad y de tutelaje
La sociedad tiene estereotipos instalados en el disco duro social. Algunos van modificándose con el tiempo, se van 'limpiando' de esas imágenes negativas que tenemos ... de determinadas personas por pertenecer a un grupo social, por tener un color de piel –diferente al blanco–, por su sexo, por su forma de pensar o por su edad. Cuando los estereotipos se van limando no significa que se haya logrado el entendimiento entre humanos: ahora estamos comprobando cómo en algunos asuntos –como el racismo o la discriminación sexista– podemos vivir fuertes retrocesos impulsados por los expertos en eso que les gusta llamar 'guerra cultural' –siempre guerra–. Lo que sí es seguro es que los medios de comunicación y las industrias culturales son claves de bóveda para que la sociedad camine hacia la consolidación de los prejuicios discriminatorios o para que elija una mirada más compleja y diversa sobre la realidad.
Pero hay unos estereotipos muy resistentes, como bacterias que pasan de los antibióticos, y que no discutimos lo suficiente. Se trata de aquellos que homogeneizan a las personas por pertenecer a un grupo de edad: las personas mayores, de las que este 1 de octubre se conmemora su Día Internacional. El edadismo, la discriminación por edad basada en prejuicios deshumanizadores, se ceba en aquellos grupos que en este sistema se consideran como no productivos (menores de 18 años y mayores de 65) pero es especialmente duro con las personas mayores.
Justo antes de este 1 de octubre, la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM), que forma parte del Grupo Social Unate, ha terminado un estudio que, con el auspicio del Icass, ha indagado sobre la forma en que aparecen las personas mayores en los medios de comunicación de Cantabria y en cómo afectan estos mensajes a las personas mayores. No hay espacio aquí para tratarlo con detenimiento, pero unas pinceladas: las noticias en las que se habla de mayores son muy, muy pocas, sólo cuentan con el testimonio de estas personas en un 26% de los casos y, en su mayoría (el 60,9%), el tono era negativo o condescendiente. Los principales enfoques eran también negativos y se centraban en la soledad no deseada, la hipotética crisis del sistema de pensiones, la crisis demográfica o la dependencia.
Es evidente que las diferentes vejeces con las que convivimos no son así y contradicen el relato estereotipado del viejito/a frágil, con demencia, torpe, anclado en el pasado y que supone una carga para la sociedad. Hay tantos tipos de vejeces como personas mayores en Cantabria y los datos contradicen el prejuicio que se multiplica en los medios, pero quien quiere comprobar los datos cuando nos sentimos cómodos hablando de 'nuestros mayores' –nadie se refiere a 'nuestros adultos'– de 'abuelos' –tengan nietos o no–, de 'jubilados' –aunque no hayan podido cotizar al sistema de Seguridad Social–, y todo así: en masculino, que también sabemos que todo se complica cuando vamos sumando prejuicios (pongan junto al edadismo el sexismo, el racismo, el clasismo o la homofobia, por ejemplo, y el cuadro se complica).
Como no queríamos sacar conclusiones precipitadas preguntamos a 436 personas mayores de 19 municipios de Cantabria –siguiendo la distribución sociodemográfica– por su percepción y, miren: el 68,6% de las encuestadas considera que los medios de comunicación refuerzan la idea de que las personas mayores son incapaces para tomar sus propias decisiones o que las infantilizan y el 81,2% cree que refuerzan la idea de que las personas mayores son frágiles o dependientes.
Es tiempo de poner en contradicción los imaginarios que sitúan a todas las personas mayores –casi sin excepción– en un lugar de fragilidad y de tutelaje. Igual que los medios de comunicación y las películas de cine, por ejemplo, han ido complejizando el debate público acerca de las mujeres, de las personas que se identifican como LGBTIQ+ o de las migraciones, es hora que dejen que la realidad de las vejeces ponga en cuestión ese relato uniforme y cosificador. Si en este 1 de octubre se puede pedir algo, desde el Grupo Social Unate animamos a periodistas, profesionales de la política, funcionarias y funcionarios y generadores/as de opinión a que se pongan un rato las gafas con cristales libres de edadismo. Lo que van a ver les va a sorprender.
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