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Tengo la impresión de que el tiempo pasa lento y rápido a la vez

CUADERNO DE EXCEPCIÓN-Días 27 y 28 ·

Domingo, 12 de abril 2020, 07:48

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En viernes santo los periodistas (la mayor parte al menos) descansan, al día siguiente no se venden periódicos. Me dicen, por eso, que no tengo obligación de escribir nada el día 27 de confinamiento. Es un poco extraño este parón dentro de un parón. Acostumbrado a la rutina diaria de este cuaderno, al que tengo manía y cariño a la vez, se me hace raro no abrirlo. Así que lo abro para comenzar a escribir lo que se publicará el domingo. Los días 27 y 28 compartirán una misma entrada dentro de este diario. No importa demasiado porque las jornadas, en este confinamiento, comienzan a parecerme iguales. Me vienen a la cabeza unos versos del poeta Lorenzo Plana: «No reconozco el rostro de los pájaros. / Se reemplazan si mueren. No se nota». Me parece que con los días está pasando algo parecido. Tengo la impresión de que el tiempo pasa, en estas semanas raras, lento y rápido a la vez. No sé explicar esta contradicción. Me siguen faltando las horas justo en estos momentos en los que puedo disponer más que nunca de ellas. Me pregunto si me organizo mal o si me falta el ánimo para ponerme con todos los asuntos pendientes. El libro de poemas lleva meses aparcado, ni siquiera me apetece echarle un vistazo. El borrador del libro de cuentos, más olvidado todavía. El guion para un audiovisual que me encargaron, también está en el departamento de las cosas pendientes. El garaje sigue desordenado. Hasta el clima parece que se alía con esta pereza. Hoy, que estaba decidido a segar, llueve. Así que miro la hierba mojada y no hago nada. Me limito a contemplar cómo una pareja de mirlos corretea por el jardín. El perro no se inmuta mientras se dan un festín con las semillas que eché hace unos días con la esperanza de que brotaran en primavera. Como no tenía tierra para poder cubrirlas, ni siquiera se tienen que esforzar. Pienso que todas estas cosas que estoy mirando formarán parte de mis poemas del futuro. Pienso también que qué más da si no los escribo.

Las video conferencias, frecuentes al principio, ahora escasean. He vuelto a la intimidad de la voz y hablo con los amigos por teléfono. Los que estaban desanimados hace unos días, hoy están un poco más contentos. Los que estaban de buen humor la semana pasada, andan ahora algo apesadumbrados. Como si esto fuera una carrera de relevos, nos vamos alternando para darnos fuerza los unos a los otros. Un día toca me toca animar y otro que me animen. Todos, los que están mejor y los que están peor, coinciden en una cosa: este primer mes de confinamiento nos está erosionando.

Lea la serie completa pinchando aquí.

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