La ciudad
Ya asoman los grandes problemas: turismo masivo, inaccesibilidad a la vivienda, gentrificación, suciedad y gestión de residuos, soledad no deseada, inmigración inadaptada
Toda la ciudad habla de ello' es el nombre de una serie de cinco lienzos de Eduardo Arroyo, donde, el ciudadano, deambula por una urbe ... oscura, color asfalto, iluminada con destellos de neón. El título, tomado de una película de John Ford ambientada en los bajos fondos, hoy se enunciaría al revés, adquiriendo otro sentido: la ciudad está en boca de todos, nos obsesiona. No en vano, se prevé que en veinticinco años el 70 % de la población mundial vivirá en una. ¿Es sostenible este modelo?
Ya asoman los grandes problemas: turismo masivo, inaccesibilidad a la vivienda, gentrificación, suciedad y gestión de residuos, soledad no deseada, inmigración inadaptada. La ciudad genera oportunidades, pero también muchos inconvenientes.
El director de cine Juan Cavestani, respondiendo a la obra 'Madrid INT' de Juan Mayorga, ha documentado desde la pandemia una ciudad en desaparición. Su filme 'Madrid EXT' es fruto de esa necesidad de salir, caminar u observar al que nos indujo el confinamiento. Entonces, se nos quedó grabada en la retina una Gran Vía amenarbiana, la vaciada en la ficción de 'Abre los ojos' y que se tornó realidad. Esa imagen premonitoria nos alerta: el tiempo corre y hay que actuar. ¿Por qué se siguen construyendo plazas de cemento sin árboles, que en verano abrasan, por ejemplo?
La mirada del cineasta es nostálgica: rescata carteles de comercios antiguos, bares de barrio que resisten como oasis frente a la homogeneización global. Y así es, recorriendo las calles del centro de Madrid, aún puedes toparte con un escaparate que reza 'Broncista-Niquelador: reforma de camas y arreglo de lámparas', en cuyo local, presidido por una máquina de pulir, habita el negro azabache del hollín del hierro cubriendo paredes y suelo. Oficios que sobreviven al margen del beneficio en espacios herrumbrosos, sí, pero llenos de memoria.
Añoramos un mundo donde los objetos disfrutaban de una segunda vida. Hoy, como advierte el filósofo francés Lipovetsky en 'La nueva era del kitsch', vivimos en una civilización de hiperconsumo, donde el neokitsch, los productos sin ningún valor invaden el día a día. Incluso el urbanismo se ve afectado con ciudades que se copian unas a otras, centradas únicamente en el exceso.
Al que llega, la capital le recibe como un lugar de promesas y sueños. Conseguir trabajo y quedarse, es conquistarla. Una voz en off en la película se asombra de lo importante que se ve la ciudad desde la lejanía: impone.
Sin embargo, en el último año Madrid bate récords de turistas y acoge a extranjeros acaudalados que vienen a residir en esa ciudad moderna de imparable energía. Pero, ¿cómo equilibrar lo que buscan quienes la visitan con lo que necesitan quienes la habitan? ¿Cómo conservar su esencia sin frenar la evolución?
Son afortunados quienes viven en ciudades pequeñas como Santander, pero más que nunca debemos ser precavidos para no clonar el modelo y los problemas de las grandes urbes. Aboguemos por ciudades con vida, sí, con gente en las calles, pero sostenibles. Ciudades que crezcan atrayendo talento joven, que se renueven sin perder su identidad, que cuiden su paisaje y promuevan un urbanismo pensado para las personas. Construyamos espacios públicos donde seguir compartiendo emociones. Abramos los ojos a la ciudad que queremos.
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