Pelar un ajo
A la última ·
Mi madre es una friki de la Thermomix. Se la llevaba incluso de veraneoPara mi madre, siempre he sido un hijo rarito, pero no por mis manías, sino porque era el único de los seis hermanos que no ... tenía robot de cocina. Bueno, me dejaré de eufemismos: que no tenía Thermomix. Mi madre es una friki de la Thermomix. Se la llevaba incluso de veraneo, pero a mí me parecía que si le hacía caso y la compraba, actuaría igual que los niños en Reyes y los hombres con un aparato nuevo: 48 días jugando y si te he visto, no me acuerdo.
Harto de sus presiones y chantajes, compré un robot de 199 euros, se lo presenté a mi madre y sucedió lo que me temía: dos días jugando a Master Chef y después aparqué el robot en el altillo donde reposan desde hace años la raclette, la plancha y la fondue. Mi mujer solo lo usa en verano para hacer gazpacho. El resto del año, preferimos cazuelas y sartenes, aunque tengo a mi madre engañada y a veces le detallo mis falsos arroces y estofados robotizados.
Mi mujer me ha educado en la austeridad cocinera, pero mi tendencia era la natural en cualquier varón armado de espumadera. ¿Se han fijado en que a la entrada de las grandes superficies hay unas tentadoras baterías de cocina que imitan al bronce? ¿Y han constatado que, ante esa tentación, por cada mujer que se detiene a curiosear, se paran cinco hombres a husmear, calibrar y, si no les riñen, comprar? ¿Por qué son ellas tan prácticas y nosotros tan enredas? Nos fascinan los cascanueces mágicos, los sacacorchos psicodélicos, los peladores de ajos… Los descubrimos, los compramos y los traemos a casa como si acabáramos de hallar la manera de acabar con el trabajo doméstico. Sean sinceros al responder a esta pregunta: ¿Cuándo han pelado ustedes un ajo? Pues eso.
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