El regionalismo y el PCUS
Con un líder que oscurece todo cuanto le rodea y que no acaba de marcharse, el PRC se arruga entre su propia irrelevancia
Anda lo que queda de regionalismo tumbado en el diván desde hace meses. Rastrea imaginariamente alguna utilidad que le reporte el protagonismo que gozó antaño ... y del que, por ahora, apenas le queda brillo alguno. En plena refriega por la negociación de los Presupuestos, persigue diferenciarse políticamente del partido en el gobierno, al tiempo que desea continuar ejerciendo el rol de «socio preferente», tal y como le gusta autodefinirse de vez en cuando, tratando de afianzarse en un hipotético cometido provechoso que no termina de concretarse.
Con un líder que oscurece todo cuanto le rodea y que no acaba de marcharse, el PRC se arruga entre su propia irrelevancia y un mensaje político inexistente. Es como si no hubiera pasado página del Estatuto de Autonomía y la exaltación del folclore. Rascas y cuesta encontrar identidad alguna, lo cual, le trae claramente de cabeza dado su carácter primigenio.
La candidata a la Presidencia, tan oscurecida como huérfana de apoyo del aparato, parece estar convencida de que, en esa búsqueda de espacio político, la formación necesita un renovador aire socialdemócrata. Es posible, pero, teniendo en cuenta que el apoyo más firme para su partido ha venido tradicionalmente del entorno rural, suena como pegarse un tiro en el pie. Básicamente, porque en ningún lugar como en el campo se tiene tan marcado sentido conservador de la propiedad privada. Al fin y al cabo, fue la colectivización lo que provocó el principio del fin de la Unión Soviética, con una caída en picado de la producción agraria que terminó por desatender las necesidades más básicas de las ciudades, donde se ubicaban los centros de producción industrial. La hambruna fue tal, que derivó en casos de canibalismo en Ucrania durante los años posteriores a la II Guerra Mundial. Cuando el bigotón Stalin, mermado de salud, afrontaba su interminable relevo, nadie en su entorno conseguía descifrar sus pensamientos. «No confío en nadie, ni siquiera en mí mismo», afirmaba Jruschov que le había oído decir en una ocasión. No sabemos si aquella frase también la pronunció en un diván o si el PRC acabará tan fulminado como el PCUS, pero la frase bien pudiera haberla soltado el mismísimo Revilla.
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