Caso cerrado
El señor Pedro Sánchez ha agotado su mandato cuando las premisas que lo han mantenido en el poder han quebrado; sus alianzas ya no valen
Cualquier ciudadano tiene derecho a emitir juicios sobre la actuación de sus gobernantes, pero ni el ciudadano tiene la prerrogativa de actuar como juez, ni ... bajo la dialéctica de los tribunales esos juicios pueden adoptar las consecuencias que su aplicación circunscribe al contenido denominado. Por ello, el ciudadano emisor del juicio no tiene otra solución que aceptar que las consecuencias de sus juicios se limiten a la satisfacción de que sus formulaciones sean de una claridad y transparencia meridiana o que el enjuiciado quede en la más flagrante zozobra por su mal proceder. Y yendo al caso que nos concierne, el señor Pedro Sánchez ha agotado su mandato cuando las premisas que lo han mantenido en el poder han quebrado, sus alianzas ya no valen. Los apoyos a los que se comprometió para alcanzar el poder han cejado, su poder está agotado, y no le queda otra solución que abandonar y convocar elecciones. Esto es así de rotundo y claro.
Intentar perpetuar un poder que ya no tiene los apoyos necesarios es tan suicida como arrojarse a un pozo sin fondo. No hay poder que lo paralice e impida el quebrantamiento de la integridad final. Acuérdese Sr. Sánchez: «Váyase». Esto es inapelable. Sólo la ambición de poder puede mantener un sillón sin prerrogativas, sin estabilidad.
Y ahora vayamos al principio de cómo diablos se le ocurrió gobernar un país empeñando la filosofía del partido al que pertenece. Usted sabía que su partido defiende una España trasversal, pero única y unida, y sin embargo pactó con los nacionalistas que persiguen una división del territorio inaceptable y baldía. Y al poner todas las cartas boca arriba se tienen las consecuencias actuales: ruptura total del pacto de legislatura. Y la pregunta es: ¿y ahora qué, Sr. Sánchez? Pero sigue usted en su obstinación a sabiendas de que no hay posibilidad de seguir para mantener su sillón. Usted no se atiene a la evidencia y sigue con la mano tendida hacia quienes no la aceptan ni dan visos de tal encuentro. Hacia dónde conduce su actitud no tiene duda, al fracaso de un compromiso que desde el principio se sabía que sería un choque por posturas irreconciliables Los nacionalismos solo se vencen con su derrota usando todos los resortes que el Estado tiene para sofocarlos. Nunca con concesiones porque estas son inagotables, siempre pedirán y pedirán más.
Algo que es muy apreciado en el hacer de las personas es la prudencia que cobra más importancia en el desempeño de los cargos públicos, y en esto nuestro presidente también suspende. No es de recibo que no se desmelene para defender sus iniciativas de acuerdo con sus convicciones, él es un ideólogo del PSOE, su acción debe estar supeditada a la doctrina socialista de manera que no deje lugar a dudas qué es lo que él defiende y por lo que debe luchar.
Otro de sus pactos de gobierno para sobrellevar el sillón fue con los extremistas de izquierdas. El Partido Socialista nunca fue un partido visceral de izquierdas ni lo será; por lo tanto, qué sentido tenía desde el principio pactar con ellos a sabiendas de que tal acuerdo sería imposible. Es aquí donde se vio su ambición de poder. Usted debió de pensar que cuando llegara el momento sabría decir no, y así ha sido: la disminución del horario de trabajo y la subida del salario mínimo interprofesional, a sabiendas de que rompían la viabilidad de las relaciones laborales, no fueron posibles por que tuvo que ponerse en su puesto.
Rectificar cuando el rumbo es temerario es de sabios. Por lo tanto debe enderezar el rumbo sin dilación. Ya no queda margen de maniobra. Arroje la toalla, acepte el fracaso de sus pactos, rompa filas, dimita y convoque elecciones. No hay otra solución por más vueltas que le de. Pero no se vaya de puntillas, acepte los errores que nos han llevado a todos a esta situación de quiebra. Se trata del bien de todos; es decir, del bien de España.
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