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La edad dorada

Domingo, 21 de septiembre 2025, 07:25

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El periodista Raúl Gómez Samperio acaba de poner fin a cuatro décadas de profesión, y el viernes compartía su júbilo en el hotel Bahía con ... una veintena de compañeros. Un grupo variopinto que reflejaba no solo el paso de Raúl por varias redacciones, gabinetes institucionales y asociaciones del gremio, sino también un recorrido por la historia de la prensa desde la Transición, que es tanto como decir la historia reciente de Cantabria. Y ya se sabe cómo son estas reuniones: a medida que se acercan los postres y los homenajes, empieza a aflorar la nostalgia. Y hasta los secretos a voces, en el entorno menos propicio para las confidencias, porque si algo no puede evitar un periodista es contar lo que sabe. Se lleva en la sangre, vamos. Y esa tarde la sala estaba a reventar de periodistas de raza, de la prensa escrita, los micrófonos y la televisión. Un 'all-stars' del periodismo cántabro, vamos. Como en las antiguas redacciones –aunque sin niebla de Ducados ni monitores de fósforo verde, que es como yo recuerdo la primera que conocí–, la veteranía es un grado, la voz cantante la llevaron aquellos que vivieron la construcción de Cantabria como comunidad. Tiempos épicos repletos de anécdotas que hoy día nos suenan como de otro planeta: trifulcas que llegan a las manos, grapadoras como armas arrojadizas, egos que no caben en los despachos, piruetas políticas que esconden inquinas personales, embrollos sentimentales que darían para un culebrón, traiciones y jugadas maestras… Mil historias contadas bajo cuerda de cuando los políticos eran mucho más canallas, pero también de carne y hueso. Personas con sus defectos, pero llenos de carisma y magnetismo. Cómo no añorar aquella vida –la pública y la otra–, que era infinitamente más divertida.

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