Freno y marcha atrás
Hay que reevaluar todas las funciones públicas, identificar qué es lo que funciona bien y aquello que no funciona
El talón de Aquiles de los líderes populistas es que, más temprano que tarde, acaban forzando la máquina, aceleran en un cambio de rasante, tienen ... que dar un frenazo y meter la marcha atrás. Pero el daño que han producido por el camino les pasa factura, pierden la confianza del público y pierden aún más la credibilidad. A la oposición le llega entonces la oportunidad que esperaba para restablecer el orden democrático establecido.
Decir que Trump ha entrado como un elefante en cacharrería sería ofender a los elefantes; estos no operan con la saña, la vileza, la voluntad de hacer daño para aterrar a los débiles, para humillar a los oponentes, para conseguir sus objetivos mediante una dominación pura y dura. Trump reserva el trato de igual a igual para confabularse con China y Rusia, a fin de repartirse un mundo dividido en áreas de influencia, a la manera que se lo repartieron entre sí las grandes potencias europeas en el siglo XIX. Lo que se conoce como el 'concierto de Europa'.
De entonces acá, tras dos guerras mundiales, Estados Unidos ha liderado la creación de un nuevo orden mundial basado en el respeto de la independencia y las fronteras de cada país, grande o pequeño, y en el imperio de las leyes internacionales para resolver los conflictos pacíficamente. Hubo una Guerra Fría y varias guerras localizadas (Corea, Vietnam, Irak, Afganistán), pero en términos generales hemos gozado de una paz y una prosperidad como nunca antes en la historia. Algo que ahora mismo el gobierno de Trump ha puesto en serio peligro, mientras pretende retrotraernos dos siglos.
El delirio de Trump por ejercer un poder sin restricciones, no solo a escala americana, sino a escala mundial, le ha llevado a perder los estribos. Le están reventando en las manos una iniciativa tras otra: estancamiento con inflación; economía en caída libre; hundimiento de los mercados financieros; guerra arancelaria con China y el resto del mundo en la que lleva las de perder. Esto a escala internacional, pero de puertas adentro: descontrol de la vacunación de niños y adultos; secuestro de la Constitución; desafío a las cortes federales, incluido el tribunal supremo; serios problemas con el Pentágono… Todo ello relacionado con su ignorancia supina y la incalificable falta de profesionalidad de sus ministros. La acumulación de fracasos parece estar llevándolo a la autodestrucción.
Pero si el colapso del trumpismo es condición necesaria, no es suficiente para sacar la política americana del callejón sin salida en que se encuentra: se precisa una renovación muy seria de la sociedad civil y la cosa pública. Para empezar, la restauración de los valores humanistas que han entrado en decadencia hace bastante tiempo, y la recuperación de los principios democráticos que se degradan a ojos vista. El corolario de esto sería atajar la desigualdad social extrema, la concentración de la riqueza en el uno por mil de la población y el fortalecimiento de la asistencia social.
Otro objetivo importante es el renacimiento de la sociedad civil, la transferencia a organismos civiles y movimientos sociales de ciertas responsabilidades hoy asumidas por el Estado y, por consiguiente, dejadas de la mano por la ciudadanía; lo cual está en el origen de la deshumanización posmoderna y es causa de un nihilismo cada vez más acentuado.
Concomitante con este objetivo, hay que reevaluar todas las funciones públicas, identificar qué es lo que funciona bien y aquello que no funciona. Y, a continuación, llevar a cabo un plan de cambios muy selectivos, con sumo cuidado para evitar que el remedio sea peor que la enfermedad. Para este fin, es importante que las entidades públicas reconozcan el grado de responsabilidad que les cabe en la generación de la crisis actual, en lugar de echar todas las culpas al oponente y al empedrado como tienen por costumbre.
He puesto el ejemplo de Trump/EEUU por tratarse de un caso extremo donde los males de las sociedades occidentales son más evidentes; pero creo que todos podemos aplicarnos el cuento. En términos más generales, nuestras sociedades deben acometer una reforma política de suficiente calado como para sacar al sistema del citado callejón. Frente al caos social, las crisis financieras, las recesiones severas que se repiten cada vez con mayor frecuencia (2008-10, 2020-23, 2025-?), los disturbios, las citadas desigualdades… hay que producir un aluvión de reformas efectivas, entre las que descuella la expansión de los círculos de poder a quienes han estado marginados: la obvia inclusión de las clases más desfavorecidas, así como de los excluidos culturales por los bastiones elitistas (universidades, ONGs, medios de comunicación, etcétera).
La promoción de las fuerzas reparadoras de los rotos y descosidos del tejido social es la mejor forma de devolver la confianza y la credibilidad a las instituciones democráticas y reintegrar a los individuos en la sociedad; por aquello de tener un proyecto sugestivo de vida en común.
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