Un campo de minas

El final del proceso para elegir al próximo candidato autonómico supone también el principio de una larga travesía hasta mayo de 2027 que, incluso a partir del buen clima que ha reinado hasta ahora en la pugna interna, evoca los peligros de un campo de minas.

Para empezar, la inexplicable falta de sincronía del proceso orgánico obliga a convivir y a trabajar juntos al viejo secretario general, Revilla, y a la nueva candidata, Fernández, durante los próximos 19 meses, hasta el congreso de finales de 2026, encomendados a la buena voluntad de ambos equipos y a la espera de unos nuevos estatutos que especifiquen las funciones de cada cual. También puede ser que si ese congreso consagra la bicefalia, el nuevo secretario general no sea de la misma cuerda que la candidata electoral y que la cohesión del proyecto político se resienta. La integración es siempre un buen propósito, pero nunca es fácil y menos cuando la lista autonómica, que ahora solo tiene ocho puestos nobles, pueda ir a menos dentro de dos años. Un riesgo más: la fuerza municipal del PRC, el mayor caudal del partido a día de hoy, salió tocada ayer con la derrota de Pablo Diestro. Atención a las posibles fracturas de las que el PP intente obtener provecho.