La cultura occidental, morir de 'éxito'
El desarrollo de la civilización occidental se ha saturado, ha alcanzado su 'plenitud' y ha entrado en un proceso de decadencia que parece inevitable
La 'cultura occidental' ha sido el resultado de una larga etapa histórica que comenzó en la cultura greco-romana y en la tradición judeocristiana. Después ... vino el Renacimiento, el descubrimiento de América y luego la Ilustración, la Revolución Francesa, las revoluciones industriales, científicas y tecnológicas, la declaración de los Derechos Humanos, la consolidación de la democracia y la defensa de los grandes valores e ideales de Occidente que se extendieron por medio mundo: la libertad, la igualdad, la justicia, la paz, la solidaridad, el constitucionalismo, la división de poderes… Es cierto que son 'ideales' y, por tanto, nunca han sido alcanzados totalmente. Y lo que es peor, muchas veces Occidente los ha hecho 'reales' a través de la fuerza, la violencia y las guerras.
Pero, a pesar de todo, Occidente nos ha traído grandes dosis de progreso en muchos sentidos, sobre todo si lo comparamos con etapas anteriores de la historia o con otras zonas del mundo actual. A aquellos que hoy, desde el relativismo histórico y cultural más radicales o desde el negacionismo actual más necio, cuestionan el progreso occidental, habría que preguntarles varias cosas.
A los relativistas culturales su opinión, por ejemplo, sobre la práctica 'cultural' de la mutilación del clítoris que aún se practica a muchas niñas en África, Medio Oriente y Asia. Y a los actuales negacionistas habría que preguntarles, por ejemplo, si niegan la enorme cantidad de dolor que la medicina occidental ha evitado a la población mundial en los últimos cientos de años. Estos, y muchos otros, son éxitos evidentes (materiales, sociales, morales y políticos) de nuestra cultura occidental.
Ahora bien, si la cultura occidental es –con todos los matices que se quiera–, una historia de éxito, ¿por qué está muriendo? Sin entrar en cuestiones historiográficas o filosóficas, que Occidente está 'muriendo de éxito' significa que el desarrollo de la civilización occidental se ha saturado, ha alcanzado su 'plenitud' y ha entrado en un proceso de decadencia que parece inevitable, al menos por dos razones.
Por un lado, los que han sido los principales líderes de esta cultura occidental parecen estar empeñados en acelerar este proceso: Europa es hoy una 'desunión' europea y a Estados Unidos lo 'desgobierna' Trump. Pero además nuestra cultura occidental ha entrado en contradicciones que no somos capaces de resolver sin poner en cuestión nuestros propios valores y principios, nuestra democracia, nuestra forma de vida… En último término, nuestro mayor peligro somos nosotros mismos. Pondré algunos ejemplos.
Nuestra población no deja de envejecer y muchos jóvenes no quieren/pueden tener hijos; en cambio, nuestros mayores viven más y mejor, disfrutando de crecientes pensiones, y con una medicina que sigue prolongando vidas ad infinitum… Pero seguimos diciendo que 'el futuro está en nuestros jóvenes'.
No sé dónde estará nuestro futuro, pero el trabajo será, cada vez más, un bien escaso 'gracias' al desarrollo de la IA, etc. Y afortunadamente cada vez más trabajaremos menos, pero ¿no era eso lo que queríamos? Eso sí, sin renunciar a nuestro bienestar, es decir, a una salud exquisita y un alto grado de consumo. Nadie quiere ya los trabajos alienantes pero tampoco queremos la mano de obra de los inmigrantes. Los necesitamos pero no los queremos. Es más, nuestros valores occidentales nos obligan moralmente a salvarles del Mediterráneo y cuando lo hacemos no sabemos qué hacer con ellos, ni siquiera con los menores.
Mientras tanto, seguiremos ocupándonos de la salud y belleza de nuestros cuerpos y seguiremos olvidándonos de cuidar nuestra alma. En Occidente crece el consumo de ansiolíticos y antidepresivos a la misma velocidad que el de los suicidios, especialmente entre nuestros adolescentes. La ansiedad y el estrés son las enfermedades de una forma de vida que ha elegido la lógica del consumo: comprar-usar-exhibir-tirar-volver a comprar… hasta tal punto que la vida misma se ha convertido en consumir 'nuevas' experiencias. Y con tanto vivir nos hemos olvidamos de su sentido.
Y seguirá creciendo la sombra sobre nuestra democracia, amenazada por nuestros políticos y nuestro desencanto ciudadano. Entre las flagrantes contradicciones de las izquierdas radicales y los delirios peligrosísimos de las derechas extremas, y el comportamiento mentiroso, inepto e interesado de los partidos más moderados, le estamos reventando las costuras a nuestra famélica democracia, por el mal uso y el abuso que hemos hecho de sus/nuestros propios ideales. Sumemos a esto la creciente incertidumbre ambiental: el descontrol de las redes sociales, los crecientes ciberataques, el cambio climático, la posverdad y los medios de comunicación, la sociedad del espectáculo, las criptomonedas…
Por estas y muchas otras contradicciones, la historia de Occidente ha entrado en un callejón sin salida. No hicimos caso a nuestro saber popular –'lo mejor es enemigo de lo bueno'–, ni a mi madre –'hijo mío, no se puede querer todo'–. Porque quererlo todo es un comportamiento típico de la adolescencia. En su ciego egocentrismo, Occidente está perdido en su juego infinito de espejos. Y será China la que nos saque, a su manera, de él. Y eso sí que será otra historia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión