Tienes diecisiete años
Dicen que es la mejor época de la vida, pero apenas tienes tiempo para ti mismo
Tienes diecisiete años, demasiado joven para unas cosas y ya mayor para otras. Cuando les conviene eres adulto y cuando no eres un puñetero crío. ... Los padres de los demás siempre son más guais, mientras que los tuyos no te dejan hacer casi nada. Nunca aciertas.
Te dicen que tu única obligación es estudiar, que es tu futuro. Por un lado, lo entiendes, pero no puedes evitar pasar el tiempo mirando a la nada delante del libro, condenada en esa silla, pensando en «tus cosas». Y por otro, todo lo que ves en Instagram te dice que hay atajos mucho más fáciles y lucrativos. Así que estás hecha un verdadero lío.
Dicen que es la mejor época de la vida, —cuando alguien mayor se refiere a sus años, quiere decir a estos, a los tuyos— pero apenas tienes tiempo para ti mismo. Te pasas la mañana en el instituto, llegas corriendo a casa, comes cualquier cosa y empiezas un maratón. Particular de inglés —hay que hablar como nacido en Chelsea, un C1, para eso te has pasado los veranos en Dublín—; refuerzo de matemáticas, que ni son lo tuyo ni lo serán nunca; como se te dio bien la dichosa flauta te metieron en el conservatorio, que te gusta, pero cada vez menos; gimnasio o fútbol, hay que hacer deporte. De manera que el fin de semana ya no puedes con tu vida.
El instituto es una condena, y a la vez lo echarás de menos. Ni tan siquiera te dejan usar el móvil, el mismo que te han dado casi desde bebé para que dejaras en paz a los mayores. Estudias bachiller o un ciclo y te dicen que se aprueba con la gorra. Pero a ti te cuesta cada día más, porque con un cinco no les vale. Y tienes que estudiar algo con «salidas», a saber. Tienes la PAU metida en la cabeza todo el santo día. En clase y en casa, aunque tu padre a duras penas sabe el curso que haces.
Parece que tienes suerte de vivir en esta época, será así. Oyes que eres la generación mejor formada, pero al tiempo te dicen que no sabes nada, que antes sí que se aprendía. Tienes diecisiete años y se supone que eres un experto informático, pero en realidad, qué no te saquen del Tiktok y el Canva para los trabajillos de clase.
Tienes las hormonas revolucionadas y un caos en la cabeza de mil demonios. Amas a rabiar y odias con la misma virulencia. Los padres son tus enemigos íntimos y los amigos tu único refugio. No das el brazo a torcer, aunque sepas que no tienes razón.
Tienes diecisiete años, —o casi dieciocho cuando interesa— como tuvieron todos los que te rodean y te dicen lo que hay que hacer. Pero ya ninguno se acuerda.
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