Ser profesor
En España, si a mí me va mal quiero que a mi vecino le vaya peor
Todos recordamos esas escenas cinematográficas en las que un personaje acude a una reunión de alcohólicos anónimos y ante el círculo se sincera: «Soy Adolfo ... y soy adicto». Y la concurrencia empatiza con él: «¡Adolfo te queremos!»
Pues un poco así parece que es ser profesor últimamente: «Soy Cristina y soy profesora, y no solo eso, además funcionaria y encima cobro, y a veces me pongo enferma, y por si esto fuera poco, tengo vacaciones, muchas».
En los últimos días, a raíz de las reivindicaciones del profesorado, han salido a relucir en la prensa y en las redes sociales todos los tópicos: vagos, irresponsables, negligentes, absentistas... Estas líneas no van de justificar una profesión –mal asunto sería tener que hacerlo—, van simplemente de mostrar una situación, con la que se puede o no estar de acuerdo, pero que muestra, una vez más, una sociedad con problemas. Porque en España si a mí me va mal quiero que a mi vecino le vaya peor.
Por estos lares todos sabemos de todo, pero de fútbol, medicina y educación por antonomasia. Cada uno lleva un entrenador, un doctor y una profesora a partes iguales. Lo mismo te hago una alineación con 4-3-3, que te curo la artrosis o te digo qué asignatura hay que poner para solucionar cualquiera de los problemas patrios.
«Los profesores no tienen vocación, solo quieren ganar dinero». Pues en lo de ganar dinero van a tener razón. El trabajo suele ir de eso. En lo de «solo», va a ser que no. Porque la mayoría cumple con lo suyo y habitualmente con más. En cuanto a la vocación, si se tiene, miel sobre hojuelas, y si no, pues a ejercer como un profesional, que es de lo que se trata. Por supuesto que los profesores tenemos lo nuestro, y no poco.
En el mundo futbolero, cuando no hay entrenador y los jugadores toman las riendas se habla de 'autogestión'. Pues eso, gran parte del sistema funciona por inercia y porque profesores, personal laboral, alumnos y familias hacen lo que deben. Y demasiado a menudo la administración viene a embarrar el campo y a poner zancadillas. La diosa 'Estadística' es la que manda: números, porcentajes, PISAS y diagnósticos. Pruebas tan adulteradas como interesadas, pero que marcan el ritmo y la dirección.
Los alumnos son lo mejor de esta profesión. Cada día es diferente. Descubres de primera mano cómo el mundo cambia a través de su mirada, de sus pensamientos e ideas. Y tú les sigues, a duras penas, como quién intenta subirse a un tren en marcha. Los años no pasan en balde y el tren no aminora, pero ahí continúas enganchado al último vagón e intentando seguir a los chicos y que ellos a su vez te sigan a través de un mundo de derivadas, aoristos, sofistas, revoluciones, listening... Veremos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión