Solidaridad infinita
Contemplar el paisaje después de un incendio resulta absolutamente desolador. Especialmente para quienes amamos el monte. En estos días en que, desgraciadamente, las llamas se ... han convertido en protagonistas de la actualidad, recuerdo entre las múltiples ocasiones en que el fuego ha sido noticia en la tierruca y me ha tocado contarlo, por su dimensión y consecuencias, el incendio que afectó al alcornocal de Cambarco en 2006. ¡Qué tristeza recorrer aquellos senderos cubiertos de negras cenizas, y contemplar gigantes, quizá con cientos de años, totalmente calcinados! Los testimonios de las gentes de los pueblos sobre cómo el fuego «salta», avanzando metros en segundos, pueden resultar increíbles para los foráneos, pero describen la realidad. Tan reales como las mil y una historias -algunas de ellas épicas- que conocemos estos días, protagonizadas por gentes de Asturias, Galicia, León o Extremadura, en defensa de sus ganados y de sus casas, incluso arriesgando sus vidas. Ellos nos han explicado a los que vivimos en las ciudades las causas del desastre: el abandono del campo, la progresiva desaparición de la ganadería extensiva, las subvenciones por hectárea sin comprobar si el propietario mantiene adecuadamente el monte, o el aluvión de normas y prohibiciones que limitan lo que en otros tiempos eran usos habituales. Además, se han reducido en un 50 % las inversiones en prevención de incendios. Siempre es más útil y barato prevenir que curar. El balance de una devastación sin precedente en tres décadas es de 400.000 hectáreas calcinadas, más de 1.300 millones de euros en pérdidas, miles de evacuados de sus pueblos, y lo peor, cuatro muertos.Todas las comunidades afectadas se han visto superadas por la magnitud de los siniestros. Se ha echado en falta un mecanismo de coordinación general entre autonomías y Estado para una respuesta conjunta mucho más rápida. Una semana han tardado los integrantes de la BRIF de Ruente en que les hicieran caso y les enviaran a apoyar en la extinción del fuego en Asturias. Entre tanta desolación, la solidaridad ha sido lo único positivo. Solidaridad entre vecinos, solidaridad entre comunidades autónomas, solidaridad desde Europa. Como señaló el consejero extremeño de Presidencia, «solidaridad infinita».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión