Planificar la jubilación
Esta nueva etapa implica cambio de horarios, modificación del rol social y, en bastantes ocasiones, también de estatus e identidad
El objetivo de toda sociedad es procurar la integración social de todos sus componentes; de esa forma, se pretende la armonía del conjunto. Para lograr ... ese objetivo se desarrollan múltiples programas: para que los jóvenes se incorporen al mundo laboral; para que los nuevos miembros de una empresa conozcan cómo funciona la organización; para la integración de los inmigrantes; para los niños que empiezan en la escuela… Pero, ¿qué pasa con los ancianos? Hace unos años, en un foro organizado por el periódico ABC y la Fundación la Caixa se dijo: «De niños nos preparan para estudiar, de jóvenes para trabajar y cuando uno se jubila, ¿qué?».
El asunto viene de lejos; así, en 1989 el sociólogo Ricardo Moragas, en 'La Jubilación. Un enfoque positivo', proponía el programa de un curso de preparación para la jubilación. Poco después, en 1991, se publicó 'El jubilado ante su futuro. Plan de preparación para la jubilación'. En este texto se recogió la experiencia y reflexiones de unas jornadas que se desarrollaron en Endesa desde 1984. En 1993, la periodista Loles Díaz Aledo escribió 'Envejecer es vivir'. Estamos hablando de textos y experiencias de hace ¡más de 30 años! Sin embargo, la realidad actual no puede calificarse de magnífica. Claro que no hay ayuntamiento que no programe cursos para mayores de cultura, de idiomas, actividades artísticas, ejercicio físico, ciclos de cine… Además, diversas entidades privadas, normalmente con apoyos institucionales, también realizan una magnífica labor. Por supuesto, no se pueden olvidar los programas de turismo social y balnearios desarrollados por el Imserso, y también por empresas turísticas. De acuerdo, pero queda mucho por hacer; y debe empezarse por el principio: las empresas y las organizaciones públicas deben organizar, de forma sistemática, planes para preparar la jubilación de sus trabajadores y empleados. En este sentido, los sindicatos deberían tener un especial protagonismo.
«No está extendido que el veterano vaya desarrollando tareas menos exigentes y de menos tiempo»
Permítanme algunas anécdotas. Actualmente, en las escuelas se desarrollan programas para que los niños más pequeños se incorporen a las aulas de forma progresiva; se pretende que poco a poco se vayan integrando: el primer día están una hora, el segundo día dos… Por el contrario, lo normal es que el trabajador que llega a la edad de jubilación pase de estar trabajando 8 horas a concluir totalmente su actividad laboral. Son escasos los programas para que los mayores vayan disminuyendo su actividad. No están extendidos los planes para que el veterano vaya desarrollando tareas menos exigentes y durante menos horas (la jubilación parcial debería ser absolutamente común).
Un profesional me confiesa: «Me gustaría seguir trabajando; puedo aportar mi experiencia en la organización, pero, claro, no quiero seguir desempeñando la misma actividad que he hecho hasta ahora, ni quiero esa responsabilidad, ni esa exigencia. Pues bien, la burocracia no lo permite».
En relación con las actividades de tiempo libre que organizan los ayuntamientos, un familiar que vive en Madrid me dice: «Tienes que estar muy atento para conseguir plaza en un curso; o estás muy rápido o no lo logras. Quería hacer un curso de restauración de muebles y no he podido». Desde otra localidad me indican: «Para coger plaza para un programa de educación física hay que estar junto al ordenador para dar a la tecla en cuanto se abre la página del curso». Por otra parte, según leo en la prensa, todos los años hay carreras para conseguir plazas para ir de vacaciones con el Imserso. Imagino que cualquiera concluirá lo mismo: ¿Por qué no se amplían esos programas? Y, por cierto, ¿se están evaluando, con rigor, los programas y las actividades que se realizan (la oferta, la demanda, el desarrollo)?
Concluyo. Una 'buena' jubilación no se improvisa; es preciso realizar un plan de vida que incluya: economía, salud, relaciones sociales, actividad física, actividades culturales y de ocio (nunca olvidar la posibilidad de hacer voluntariado). La jubilación implica cambio de horarios, modificación del rol social (y en bastantes ocasiones de estatus, identidad y de vínculos sociales). Como toda nueva etapa exige una adaptación. Por supuesto, el colectivo de los jubilados es muy diverso: el grupo de edad, la salud, las relaciones familiares, el estilo de vida, la personalidad, la situación económica, la formación y las inquietudes, entre otras características, influyen en la forma de encarar esta etapa.
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