Poco gusta hablar de los atuendos de la gente. Cada uno se pone encima lo que quiere,solo faltaba. Sin embargo, hay vestimentas y figuras ... tipo, que pueden comentarse. Ya saben, tipo + tipo=arquetipo.
El arquetipo, lo común, en la moda de aquel varón que se encuentra de pronto en los cincuenta años en este país disfrutón, cuando se viste informalmente, es: pantalones vaqueros de cintura baja y estrecho, es decir, un pantalón pitillo, camisa (variable según circunstancias) y chaqueta (o no, que diría Rajoy) que tape lo que pueda.
Y claro, asoma la tripa insolente, generosa, alimentada en su desarrollo por unas cervecillas, un vinito en la comida y si pudiera ser con un abundante plato de cuchara más carne o/y pescado más postre… y generalmente puede ser, porque en la economía doméstica en cualquier región de España, eso se antepone muchas veces a cualquier otra necesidad, que bastante hay con la vida y las vicisitudes.
Si todo esto se une a un buen sillón confortable ante una tele y poco ejercicio, estamos ante una encrucijada para la salud que a partir de esa edad empieza a protestar e inquietarse y a dejar pasar el agua de las enfermedades filtrada por las goteras de la edad.
Así sucede también con los cambios a otros niveles, principalmente los ideológicos e incluso en lo que respecta al uso de partidos políticos o asociaciones para provecho propio. Hay muchos ejemplos de ese viaje que no conduce nunca a nada bueno para la salud democrática. Además se nota mucho, es muy evidente y se resalta la silueta, como si se llevara el pantalón pitillo de la indecencia que, últimamente, con casos de todo signo, abruman nuestra convivencia y asomará la tripa bajo la chaqueta, que hay que tenerla prominente, para tragarlo todo.
Tenemos en la memoria ejemplos a raudales, que no vienen al caso, desde todos los partidos (aunque en unos más que en otros) y algunos verdaderamente obscenos desde cualquier punto de vista.
También podíamos aplicar esa lección de abandono a Europa, nuestra Europa de la esperanza a la que tanto debemos por acogernos, aunque debieran de haberlo hecho mucho antes de aquel histórico momento.
Incluso si muchas veces tenemos que comprobar que no nos quieren demasiado, y no nos vale la disculpa de que es a consecuencia del presidente de turno que no gusta, porque no les vale ninguno y los ha habido de todo signo. Viene siempre a mi memoria el maquiavélico antiespañol Giscard d'Estaing de infausto recuerdo, por no decir otra cosa, a estas alturas de la película.
Europa se ha teñido además de un verde melifluo que llevó a la abstracción, al acomodo y la burocratización que, miren por donde, está despertando de su larga siesta gracias a las alocadas imposiciones del Presidente de EE UU. Aunque ahora apresuradamente no se como vamos a ser capaces de organizarnos con prisas .
¡Quizás se logre! Aunque como siempre, aquí, en España, con alguna dificultad añadida. Nada menos que con comunistas anti-OTAN en el Gobierno. Por eso nos costará un poco más. Cómo si no estuviéramos acostumbrados a las dificultades que haya lugar….
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