Un rato con Rato
Cuando nace John Lennon, llega a este mundo un muchacho que iba a ser como miembro de los Beatles y genial cantautor una auténtica leyenda, ... sobre todo desde que fuera asesinado en la puerta del edificio Dakota el ocho de diciembre de 1980. Se trataba quizá del músico pop más escuchado e influyente de la historia de la música, a pesar de sus adicciones, egocentrismo, carácter inestable y turbulentas relaciones. En cualquier caso, un genio capaz de dejar obras tan extraordinarias como 'Imagine' que son historia inolvidable de la composición musical.
Pero Lennon ya había llegado a este mundo de forma teatral: nació arropado por las sirenas antiaéreas el 9 de octubre de 1940, durante un ataque de la aviación alemana a Liverpool. De hecho, cuando cayó una bomba en el hospital, al pequeño Lennon le envolvieron en una manta y le colocaron bajo la cama de su madre. Hoy se cree que ese episodio tan espectacular de su nacimiento marcó su vida y alimentó su genial vena creativa.
Algo así debió de sucederle a Rodrigo Rato, después de su paso por la cárcel de Soto Del Real, que le transformó en una persona diferente, repleta de cualidades y afectos. Yo había conocido a Rodrigo Rato en plena ascensión de su carrera en casa de amigos comunes. Había sido ya Ministro de Economía, vicepresidente del Gobierno y autor o principal actor –según la prensa especializada– de lo que fue conocido como 'milagro español'.
Se trataba de un exitoso e insoportable personaje a punto de ser nombrado director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), y desde luego mucho antes de ser director de Caja Madrid y Bankia y asesor principal de Telefónica. Un político agasajado, presuntuoso, de habla reposada, sabiéndose escuchado con veneración babeante. Una mala impresión en medio de trajes de seda y corbatas de Loewe cortadas todas por el mismo patrón.
Volví a estar con Rato en una tertulia y cena entre amigos más reposada cuando le invitamos en el Ateneo a presentar su libro 'Hasta Aquí Hemos Llegado' en el que relata acontecimientos que ahora, con la investigación a Cristóbal Montoro, han salido a la luz y han confirmado su veracidad. Esa persona que tan buena impresión me causó ahora, en esta nueva cena, decía cosas reales por incomprensibles que parecieran.
Tiene mucho mérito quien es capaz de reconocer errores, pedir perdón, denunciar sin mucho éxito y pelear porque la verdad salga a la luz. Todo eso en mi opinión enaltece la figura de Rodrigo Rato con quien hoy conservo una relación respetuosa que no estará plenamente satisfecha hasta que no veámos a alguno de estos 'larga manu' recién descubiertos, bajando de su casa recién registrada y cogidos por el cuello tomando camino en un coche policial hacia cualquiera de las cárceles VIP que tenemos en Madrid.
Ese día uno pensará que vale la pena luchar por lo que se cree, aún a pesar de los errores que se hayan podido cometer en el pasado.
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