Triquiñuelas
En épocas pasadas a aquel señalado de estafador se le aislaba
Cuando analizamos las cosas que pasan y las repasamos charlando, suele aparecer la confirmación de una triquiñuela que tuvo cierto éxito. Vericuetos para eludir la ... ley están a la orden del día. Es lo que se lleva.
Aunque no sean habitualmente muy estéticos, esos tejemanejes se mueven apretados pero dentro de una legalidad que, aunque impostada, se cuela.
Es evidente la opacidad que permite lo nuevo en esta sociedad en ebullición, que favorece al pillo, que a través de nuevas tecnologías y de algunas leyes incomprensibles les colocó un antifaz extraordinario de ayuda, que sirve para perfeccionar sus técnicas de caradura clásicas. Viven cómodos esquivando las normas y estafando a tutiplén, incluso a ciudadanos pendientes y desconfiados.
En épocas pasadas a aquel señalado de malversador, delincuente o estafador se le aislaba, lo que constituía un seguro para los demás. Hoy, muchas veces se les resalta o protege.
En fin, se llegará a controlar la privacidad, se activará de nuevo la defensa de la propiedad privada y se mejorarán las leyes con sistemas perfeccionados de alerta. Hace falta esperanza, es que sino…
La presión social de los decentes afectados hará acorralar a los pícaros de la modernidad, y hacernos menos permisivos para que se cumplan las condenas y las leyes.
Desde luego lo peor son aquellas triquiñuelas que olvidan nuestra Carta Magna, –las mal llamadas «triquiñuelas legales»– que buscan el engaño a través de resquicios y salen a lomos del BOE «colando» cuestiones mollares adaptadas, que se han querido disfrazar de inocentes gacetillas sin importancia. La Ley de Amnistía es un buen ejemplo. A pesar del fallo del TC permanece casi olvidada mientras los golpistas sediciosos malversadores se pasean por Las Ramblas y la actualidad endiablada se superpone tapándolo todo una y otra vez. Una nueva triquiñuela.
Otra habitual, es tratar de juntar en una misma sesión en Las Cortes Generales temas dispares, para que en medio de tantos asuntos puedan pasar desapercibidos. Nuestras señorías, tienen que estar ajustando la lupa para que no les cuelen normas no estipuladas y para detectar la sutileza de las expresiones que se ocultan en adendas o entre el maíz frondoso de disposiciones adicionales complejas que además se publican a veces en fechas poco propicias para el control.
En fin, así estamos en espera a que se vayan arreglando las cosas, incluso después de este bodevil vergonzoso de horas pasadas que demuestra a las claras la conveniencia de ir a unas elecciones generales que lo aclaren todo y para poder tomar así un impulso nuevo.
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