La Navidad familiar
Resulta difícil sustraerse al espectáculo visual y la alegría de estas vísperas navideñas. Como tantas veces se dijo, Cavafis rememorado, disfrutamos más del camino, de ... la espera por los días por llegar. Recorremos las tiendas y compramos los regalos que creemos que más van a gustar y esperamos con la ilusión de los niños a que lleguen los grandes días. Ellos son los protagonistas. ¿Se imaginan unas fiestas sin ellos? Nos contagian su ilusión y para ellos montamos belenes y luminosos árboles, les llenamos unos días de sonrisas que se convertirán en memoria de sus vidas. Nunca serán las fiestas cuando sean mayores como recordarán las de su infancia.
Y con ellos, las reuniones familiares, los reencuentros. «Vuelve, a casa vuelve, en Navidad», un clásico anuncio, metáfora de unos días. Y con los encuentros, los recuerdos compartidos, las escenas recuperadas desdibujadas, las discusiones por precisar nombres, fechas, lugares… Los móviles y Google nos sacarán de algunas dudas aunque todos digan que lo recuerdan como si fuera hoy.
Momentos que sirven para transmitir a los pequeños referentes familiares, páginas de la vida de los abuelos que los nietos que deben conocer pese a ser considerados como abuelo cebolleta. Días intensos de ir con ellos a ver los escaparates de juguetes, quizás ya lo tengan todo pensado. En su mirada recordamos la nuestra desparramada por las estanterías repletas con la tentadora oferta lúdica. Había dos tiendas a las que era difícil resistirse. Pasábamos con frecuencia. Juguetería La Mar y Santillán. Eran el símbolo de la Navidad. Juguetes amontonados bajo los focos para hacerlos más deseables si cabe. Su colorido y variedad. Hoy son otros los espacios que atraen a los niños. Tal vez las grandes superficies. Cada generación, cada época, tiene sus referentes.
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