La clave reside en el mantenimiento
Es necesario invertir en mantener lo ya existente e impedir que la obsolescencia y el abandono devalúen los servicios
Los españoles vemos con preocupación el deterioro de los servicios públicos, muchos de los cuales fueron ejemplares hace pocos años. El apagón del 28 de ... abril ha sido la señal de alarma más evidente. Frente a ese hecho, tan grave como llamativo, se producen otros muchos que, por desarrollarse de forma lenta, no impactan de forma tan evidente como el fallo del suministro eléctrico en toda España, durante horas. De ese suceso, que oficialmente no está aclarado –cuesta reconocer la realidad– se sabe que ha sido causado por un error en la formación del mix entre las diferentes fuentes energéticas y la falta de conexiones potentes entre España y los países vecinos.
La construcción de la red de trenes de alta velocidad ha sido un paso de gigante en las comunicaciones. Un éxito del que Cantabria sigue marginada. Pero con el paso del tiempo crecen los problemas sin que se arbitren soluciones. Los gobernantes se han olvidado del imprescindible mantenimiento de vías e inmuebles. Debemos recordar cuando Renfe ofrecía un importante descuento en el precio del billete si el AVE se retrasaba unos minutos. Ahora se producen demoras de horas y cancelaciones sin ningún tipo de compensación. Si miramos en nuestra comunidad vemos el deterioro del Palacio de Festivales, que requiere arreglos por varios de varios millones de euros, inversiones necesarias en puestas al día de carreteras regionales, pabellones deportivos, instalaciones culturales, centros de enseñanza, etc.
Los políticos actúan con un objetivo: Llegar al poder y cuando lo ocupan quieren mantenerlo. Lo importante para ellos es ser reelegidos. Esa pulsión, tan lógica, conduce a algunos errores que pagamos los administrados. A los políticos en el poder, de cualquier ideología o bandería, les gusta construir nuevas infraestructuras, museos, aeropuertos, estaciones, etc. Quieren proyectos para inaugurar, porque creen que esa es una fuente de votos.
El desarrollo de nuevas iniciativas en el ámbito de la cultura, el deporte, el desarrollo turístico, etc. produce un efecto tan lógico como peligroso: el dinero disponible en los presupuestos de un ayuntamiento o comunidad autónoma no es infinito y si se amplía la inversión en nuevas ideas es obligado reducir los fondos destinados al mantenimiento de lo ya existente.
Cuando se activa una sala de conciertos, un polideportivo, un colegio, un parque, etc. los gobernantes deberían tener presente no únicamente el coste de su construcción, sino el dinero que cada año habrá que destinar a su funcionamiento y mantenimiento. Realmente no conocemos el detalle de, por ejemplo, cuánto dinero gana o pierde por su explotación y mantenimiento la estación de esquí de Alto Campoo, el palacio de Festivales de Santander, el palacio de los Deportes y un largo etcétera de lugares públicos sufragados con el dinero de los impuestos.
En muchos casos asumir las pérdidas con dinero del contribuyente se justifica por ser elementos que atraen turistas y que el coste es, en realidad, un beneficio por ser motores de negocio para la región. El debate, nunca resuelto, es si esos museos, parques, etc. son capaces de generar visitas en temporada baja o si simplemente los utilizan quienes ya han decidido viajar a Cantabria y una vez que las playas, el verde de los montes y las buenas temperaturas que les han incentivado el viaje aprovechan esos espacios. En definitiva, si esos atractivos son gancho suficiente para que vengan turistas fuera de los meses de julio y agosto.
No es racional seguir avanzando en infraestructuras sino se dedican las partidas precisas para mantener lo ya existente. Cualquier persona con mínimo sentido común sabe que todo se deteriora con el uso y con el paso del tiempo. Quienes tienen la obligación de atender a esos servicios públicos deben actuar en consecuencia, destinando partidas financieras para reparar y restaurar cada cierto tiempo todo el parque público del país, la región o el municipio.
En España no se actúa con equilibrio y sentido común en la atención al parque inmobiliario existente y se descuida su puesta al día. Tampoco se buscan planes de ahorro aprovechando los bienes que ya tenemos. Un ejemplo reciente lo hemos visto en el proyecto del gobierno regional para modificar el uso de las instalaciones del antiguo psiquiátrico de Parayas, con un amplio terreno y doce edificios construidos que ha estado abandonado durante años. Ahora surge el la idea de buscar usos sociosanitarios para esa zona muy próxima a Santander y a los municipios de Camargo y El Astillero. El tiempo perdido no computa.
Es necesario invertir en mantener lo ya existente e impedir que la obsolescencia y el abandono devalúen los servicios. Cantabria está bien dotada de infraestructuras públicas y por ello lo prioritario es que funcionen adecuadamente.
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