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El escritor santanderino Álvaro Pombo dedicó su discurso, en la ceremonia de recepción del premio Cervantes, a la fragilidad. No aprecio virtudes proféticas en ... el gran autor, pero acertó de pleno. La debilidad de España quedó desnuda ante un apagón total que nadie fue capaz de anunciar y mucho menos de evitar. Ni el Gobierno, ni la oposición, ni la sociedad civil asumieron que la desaparición de la electricidad podía suceder. Aun hoy parece un misterio la desaparición –como por arte de algún mago digno de ser citado en El Quijote– de unas gigas del sistema eléctrico.
Los españoles nos comportamos entre bien y excelente. Todos calmados, tranquilos y colaboradores a la espera de que la autoridad competente informara. Tras varias horas de silencio aparece el presidente del Gobierno para no aclarar lo sucedido y limitarse a pedir calma y paciencia. Allá, casi de madrugada, repite y reitera. La presidenta de Red Eléctrica Española (REE), la máxima responsable del fiasco, callada y escondida, emulando el papel del presidente de la Confederación Hidrológica del Júcar en la catástrofe de Valencia.
El martes 29 Sánchez se quita de en medio y achaca la responsabilidad a los operadores privados, a las eléctricas. Viene a decirnos que el Gobierno se lava las manos. Ninguna responsabilidad. La oposición muestra su colaboración y apenas esboza una crítica. Sindicatos y patronal ejemplifican serenidad y calma. Los españoles aceptan sin protesta la situación. No se produce ni una algarada ni un disturbio ¿Qué hubiera sucedido si este apagón coincide con un gobierno de derechas? Imagina: manifestaciones contra unos dirigentes vendidos a las empresas eléctricas, petición de dimisión o cese inmediato de la presidenta de REE, manifestaciones contra el Gobierno, rodeo del congreso y concentraciones frente a las delegaciones del gobierno de toda España.
Lo importante ahora está en los siguientes pasos. Una vez detectados los errores que han propiciado el fundido a negro toca adoptar medidas. Algunas muy urgentes, como es el caso de aplazar el cierre previsto de las centrales nucleares, la revisión del peso de las diferentes fuentes productoras y el propio papel de REE. El apagón merece una o varias sesiones en el Congreso de los Diputados y la puesta en marcha de una comisión de investigación independiente.
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