La natalidad: otra señal de alarma para Cantabria
El informe de Funcas es, más que alarmante, devastador y apenas ha tenido repercusión
El proceso normal de una dolencia no se presenta, generalmente, de manera inusitada y repentina. Lo habitual es que antes de que el problema se ... manifieste en toda su intensidad se perciban síntomas. Avisos, más o menos visibles, que indican que alguno de los elementos clave de una nación, región o comunidad no son acordes con la normalidad. Esas señales de aviso tienen como objetivo la prevención del mal que se avecina. Por ello, esas advertencias deben tenerse en cuenta y actuar con la máxima celeridad para que la situación indeseada no se enquiste o, lo que es peor, avance hasta desembocar en catástrofe.
Los cántabros hemos recibido en las últimas décadas varias señales de alerta, datos que indican que nuestra comunidad no es capaz de avanzar al ritmo de la media española. Avisos que se activan para advertirnos de que la región, y por ende nosotros quienes la habitamos, no estamos en el camino adecuado.
La semana pasada saltó otro aviso. En esta ocasión uno de extrema gravedad. El Diario Montañés resumía la información con precisión y concisión: 'Cantabria es la región de España y de toda Europa que protagoniza la mayor caída de la natalidad entre 2008 y 2023. Nada más y nada menos que una diferencia del 49%'. Liderar el descenso de la natalidad, no solamente respecto al resto de España, sino ostentar ese triste récord europeo, debería suscitar una reflexión sobre hacia donde nos dirigimos los cántabros.
Este descenso de nacimientos es indicador de una sociedad decadente, envejecida e incapaz de retener en su territorio a los jóvenes mejor formados. La información no proviene de ningún rumor, ni de fuentes de dudosa credibilidad. No. Esos datos están elaborados y avalados por Funcas, la fundación de las cajas de ahorro, que ha acreditado sobradamente su independencia y su excelencia científica.
El informe de Funcas apenas si ha tenido repercusión en Cantabria. Únicamente la relevancia otorgada por este periódico. Ni los partidos políticos, ni el gobierno, ni el parlamento, ni la sociedad civil se han sentido aludidas. Ante esa imagen, las fuerzas vivas regionales han decidido no darse por aludidas. Una nueva luz roja que indica el estado inane de la comunidad.
El aviso del informe de Funcas no es un hecho aislado. Desde hace medio siglo, diferentes informes señalan que Cantabria pierde dinamismo y se va rezagando respecto al crecimiento de otras comunidades. Es imprescindible resaltar que no se trata únicamente de que Cantabria avance y mejore, sino de cómo se comporta respecto al resto de España. Y es ahí donde se disparan las señales de alarma, porque nuestra comunidad autónoma pierde cuota de desarrollo año tras año, en la comparativa con la media nacional.
El informe de Funcas sobre la natalidad es, más que alarmante, devastador. La natalidad es un elemento que refleja muy bien la salud de una población. Cuando disminuyen los nacimientos y la edad media de la población crece, la conclusión es evidente: Ese colectivo humano ha entrado en decadencia y si no varía el rumbo terminará en una gradual desaparición o en ser colonizada por una población más joven, emprendedora y vigorosa.
La pérdida de dinamismo resulta una evidencia inocultable. Cuando en España los datos se suministraban por provincias y no por regiones, Cantabria ocupaba los puestos más destacados en el conjunto nacional, siempre entre las mejores provincias en renta per cápita, niveles de formación, asistencia sanitaria, etc. A lo largo de las últimas décadas la pérdida de puestos en las diferentes clasificaciones ha sido enorme. De estar la región ubicada en los primeros puestos de cabeza a ocupar ya el pelotón de los rezagados.
Lo más significativo, con serlo y mucho, no es el nuevo dato que aporta Funcas y refuerza el diagnóstico del estado de la región, lo peor es que la información de este periódico no ha suscitado ninguna reacción. Los cántabros asistimos impasibles a nuestra decadencia con la entereza y dignidad del capitán del barco que decide hundirse con su navío.
La historia no ofrece muchos precedentes de esa obtusa posición ante la catástrofe, desde la orquesta del Titanic interpretando música mientras el trasatlántico se hundía, hasta lo que narran los historiadores que sucedía en Constantinopla con los musulmanes a las puertas, mientras los gobernantes debatías sobre la cuestión teológica del sexo de los ángeles.
Los cántabros ya hemos recibido muchas advertencias y la realidad está a la vista: Relegados en las comunicaciones, desangrados por la emigración de los jóvenes mejor formados, acentuado envejecimiento de la población, carencia de horizonte…
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