La motosierra

Los problemas imponen prioridades en función de su tamaño. La prioridad de poder organizar el tránsito de personas en un país apagado, con la industria paralizada y las comunicaciones interrumpidas, se había tragado lo que hasta ese día había sido la prioridad: lo económico, lo político, lo militante... El apagón fundió las preocupaciones previas, pero no las eliminó. Volvieron con la luz. Con la motosierra de fondo, vi una palmera que se está muriendo por el picudo rojo, y la parsimonia de los que tienen que actuar se volvió de nuevo visible.

En casa, el móvil tenía la suficiente batería como para llamar, responder, consultar, procrastinar incluso. Luego supimos que hubo quien optó por leer, aprovechando que no había luz y por tanto interrupciones. Pero uno puede leer siempre, o escribir a mano siempre, o pasear. Ese apagón nos apagó también a nosotros, pero en cuanto volvió la electricidad, en cuanto ese hombre arrancó la motosierra, arrancó también nuestra obligación de recordar, de conectar, de producir, de estar, de saber qué ha pasado y de luchar. Por las palmeras, incluso.