Mascotas
Últimamente debemos de andar tan sobrados de humanidad -esa que falta en la banca, sí- que hemos decidido extenderla hacia el resto de especies. Y ... es que estamos en puertas del inminente DNI para animales, que identificará a todas las mascotas y animales de compañía. Todavía no están claros muchos detalles, como si tendrán que tomarles las huellas dactilares a todos, si habrá que sacarles fotos de carnet y si también habrá una versión electrónica, y entonces las pobres mascotas tendrán que aprenderse el número secreto. Y dónde lo van a llevar, claro, porque ahora florecerá el negocio de las billeteras para perros y demás mascotas.
Pero más allá de la pecata minuta, que seguro que ya hay alguien en el Ministerio de Asuntos Animales trabajando en ello, lo realmente importante va a ser cómo les llamamos. Porque tampoco es plan que, cuando de repente llegue la policía con lo de «enséñeme su documentación», resulta que en los papeles ponga 'Fifí', y el pobre animalito acabe pasando la vergüenza de su vida.
Esperemos que, ahora que va a ser obligatorio aprobar un cursillo para poder tener mascota, una de las asignaturas sea la onomástica. Que luego al gato lo bautizamos Stalin y nos extrañamos de que nos salga un cabronazo, o al perro Trotsky, y nos quejamos de que le dé por la revolución permanente. Vamos, que es un tema tan peliagudo, que seguro que la ley reconocerá a los animalitos el derecho a elegir su propio nombre. Y está por ver qué pasa con los apellidos: ¿Llevarán los de sus padres o los de sus dueños? ¿O se podrán inventar, como hacen los criadores, que siempre se pasan de pomposos?
En fin, ya que lo hemos hecho tan mal con los humanos, a ver si con los animales estamos más inspirados.
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