Gobernar de espaldas al consenso
El museo del hojaldre abre el debate sobreel ejercicio del poder: ¿Se puede impulsar un proyecto sin el respaldo del pleno?
La política municipal debería ser el espacio más próximo al ciudadano, donde las decisiones se toman con sentido común, diálogo y acuerdo. Sin embargo, lo ... ocurrido en Torrelavega con la decisión del PRC de impulsar en solitario un museo del hojaldre demuestra que, incluso a nivel local, hay veces en que se gobierna no solo de espaldas a la ciudadanía, sino también a toda la representación institucional. El proyecto se plantea sin consenso, sin informes públicos que respalden su viabilidad económica o social y, sobre todo, en contra de la opinión de la totalidad del resto de la Corporación municipal. Una unanimidad en el rechazo que rara vez se ve en el pleno y que deja en evidencia el carácter controvertido de la iniciativa.
Desde la oposición –PSOE, PP, Torrelavega Sí, Vox e IU– se ha criticado no solo la falta de participación, sino también la oportunidad de destinar recursos públicos a un proyecto cuya demanda social no está clara, en una ciudad con los servicios municipales diseminados por todo el territorio y que reclama una centralización para no andar por las calles, cual judío errante, buscando una oficina donde se les atienda. Quienes defienden la iniciativa –el PRC– la presentan como una apuesta «por la identidad local» y el «potencial turístico», señalando que el hojaldre forma parte del patrimonio gastronómico de la comarca. Pero la pregunta que resuena entre vecinos es otra: ¿Es esta una prioridad real para Torrelavega?
El episodio abre un debate más amplio sobre el ejercicio del poder. ¿Puede un Gobierno municipal impulsar un proyecto sin el respaldo del pleno, sin participación ciudadana efectiva y sin consenso técnico ni político? ¿Y qué pasa cuando, además, esa decisión va en contra de la totalidad de los representantes electos? Gobernar no es imponer. La legitimidad de las urnas no debe usarse como cheque en blanco para desoír todas las voces. En democracia, el poder no se ejerce solo: se construye escuchando, negociando y convenciendo. Cuando un proyecto divide tanto y suma tan poco, quizá no sea el momento de seguir adelante, sino de detenerse y repensarlo.
Luego están los datos que avalan, seguramente, la inconveniencia de decidir dando la espalda al ciudadano. Si aceptamos que cada uno de los vecinos, cuando vota a un determinado partido, lo hace para que le represente, habría que recordar que el censo de votantes en Torrelavega es de 40.958 personas, o lo que es lo mismo, el número de vecinos de mas de 18 años (a los de menor edad, quizás, les traiga al pairo el asunto). De los que acudieron a votar (27.441), 19.223 dieron su apoyo al PP, PSOE, Torrelavega Sí, Vox e IU y 6.200 al PRC. La democracia no exige obediencia ciega a las masas, pero tampoco justifica que se gobierne como si no existieran. Escuchar, debatir y convencer forman parte del arte político.
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