Nuevos aires en el comercio mundial
La derrota del multilateralismo comercial y el 'Brexit' han contribuido a que el panorama no sea el más deseable
No hay ninguna duda de que el 'America first', columna vertebral del trumpismo económico, ha sido nefasto tanto para los Estados Unidos como ... para el resto del mundo. La derrota del multilateralismo comercial, ejemplificada en la erección de nuevos aranceles, en la elevación de los previamente existentes, y en el endurecimiento y/o establecimiento de distintas barreras no arancelarias, ha causado un grave deterioro de las relaciones comerciales y financieras internacionales, precisamente cuando estamos más necesitados de que las mismas discurran de la manera más fluida posible. La espada de Damocles de un 'Brexit' duro o sin acuerdo, tal y como apuntábamos la semana pasada, también ha contribuido y contribuirá a que el panorama comercial y financiero global no sea, desde luego, el más deseable.
Y, sin embargo, parece que algo se mueve, y que lo hace para bien. A mi juicio, tres son, por lo menos, los síntomas de que algo está cambiando en el panorama mundial del comercio y las finanzas. Por un lado, y probablemente el más importante de todos de cara al futuro, es el nuevo clima que, incluso sin haber tomado posesión del Despacho Oval, se intuye que se va a respirar en la nueva Administración estadounidense. Habrá que esperar algún tiempo, pero con que el tándem Biden-Harris retorne a la situación previa a la llegada de Trump (por ejemplo, volviendo al seno del TTIP, y revierta el enfrentamiento con la UE y China), el panorama habrá cambiado radicalmente y, si la vacunación masiva contra el covid-19 resulta un éxito (como todos esperamos y deseamos), el comercio mundial volverá a florecer. En todo caso, y por precaución, no queda más que «esperar y ver», pero la perspectiva es, a priori, muy halagüeña.
El segundo gran síntoma de cambio a favor de unas relaciones comerciales y financieras internacionales más fluidas es el que se evidencia con la firma reciente del Acuerdo Comercial Asiático (o RCEP, en sus siglas en inglés), un acuerdo que ha pasado bastante desapercibido en la vieja Europa. El RCEP es un tratado de libre comercio que aglutina a los diez países miembros del Asean más las cinco grandes potencias asiáticas (China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda), países que, en conjunto, representan en torno a un tercio de la población mundial y al 30% del PIB global. La nueva zona de libre comercio así creada, que será más grande que la Unión Europea y el Nafta (acuerdo Estados Unidos-México-Canadá), constituye un ejemplo más de que, paulatinamente, la hegemonía mundial en materia económica (y tecnológica) se está trasladando del Atlántico al Pacífico y, dentro de éste, al Pacífico Asiático o Pacífico-Índico.
Aunque, naturalmente, llevará tiempo hacer que el RCEP sea completamente efectivo -se calcula que su vigencia plena puede tardar veinte años en producirse-, lo cierto es que la mera firma del acuerdo supone inyectar una notable dosis de optimismo en el comercio mundial, precisamente, como apuntaba antes, cuando más necesitados estamos de que esto sea así. En palabras del gobierno australiano, el RCEP es un acuerdo moderno y completo de libre comercio que cubre no sólo el comercio de bienes y servicios, sino también áreas relacionadas con la inversión y la cooperación técnica y económica, y que instaura nuevas reglas sobe el comercio electrónico, la propiedad intelectual, la contratación pública, la competencia y el tratamiento dado a las pequeñas y medianas empresas.
El tercer síntoma que promete un cambio a mejor es el acuerdo estratégico que, el pasado día 1 de este mismo mes, firmaron la UE y el Asean para promover un comercio más libre entre las partes. Una vez más, sin embargo, este acuerdo, que puede ser trascendental para los europeos, ha pasado bastante desapercibido entre nosotros dado que, como sociedad, seguimos sin ser conscientes de que la Asean será, dentro de unos años, la cuarta potencia económica mundial y que, con 650 millones de habitantes (bastantes más que la UE), una clase media creciente (justo lo contrario de lo que sucede en la UE) y con elevadas posibilidades de crecimiento económico (más que la UE), puede ser un mercado vital para nuestros exportadores e inversores
Aunque, naturalmente, queda mucho por hacer en el ámbito de la liberalización de las relaciones comerciales y financieras entre países, y la OMC tiene mucho que hacer sobre el particular, la llegada de Biden, el RCEP y el acuerdo UE-Asean son pasos muy importantes en la dirección adecuada
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