Santoña: una bahía sin rumbo
Hace falta diseñar un eficaz Plan Director de la costa hecho desde el conocimiento y dotado de medios y dineros
Pedro Valle Madera y Manuel Solana
Martes, 13 de mayo 2025, 07:13
La antigua Plaza Fuerte militar de Santoña tenía un borde marítimo frente a su bahía realizado con escollera de rocas sueltas de trazado paralelo a ... la gran muralla defensiva derribada a principios del siglo XX. Sobre esta escollera, y en los primeros años del siglo pasado, se hizo un malecón o frente de muelle de piedra de mampostería armada y reforzada con morteros resistentes. En su coronación se dispusieron grandes sillares, algunos de ellos procedentes de la vieja muralla militar. Defendido por él se hizo el largo y amplio Paseo del Pasaje.
El conjunto del borde marítimo santoñés resultó ser, y lo sigue siendo hoy, un ejemplo magnífico de la ingeniería de puertos, con un trazado sinuoso hecho con diferentes radios de curvatura adaptado a la orografía de la costa con una gran sensibilidad. Aquellos ingenieros, hoy olvidados, eran muy virtuosos.
Todo ese borde de mar ha tenido siempre en la bajamar un frente de arena estable que conformaba un refuerzo sólido de la cimentación de su malecón, a la vez que servía de playa urbana local. También era un varadero natural para los arreglos de la flota pesquera. El remate final de esa ribera acababa en el monte Buciero con un promontorio protector sobre el que se ubicaba el balneario de aguas de mar de San Martín y la playa de su nombre.
Pero desde principios de este siglo se ha producido en esta bahía santoñesa y su entorno una alteración total de su dinámica litoral.
El nuevo Puerto de Laredo fue el detonante del actual estado caótico de riberas y aguas, ayudado por el cierre del muro de Colindres, la nueva machina del puerto de Santoña y el embarcadero del paseo del Pasaje. El colmo disparatado fue el vertido gigantesco de arenas, incluso traídas de otras costas, en el Puntal de Laredo. Y eso fue así porque, tras el enorme espigón del nuevo puerto laredano, se alteraron las corrientes que acabaron llevándose dunas y negocios del Puntal. Quisieron parar el desastre con aquella draga sin atacar el origen del daño en el nuevo puerto, pero no lo lograron mientras crearon la alteración total en la bahía.
Después de tanto embrollo, el Puntal de Laredo ha cambiado totalmente de forma creando corrientes y peligrosos bajíos nuevos para la navegación; el malecón de Santoña ha perdido su arena hasta dejar al descubierto peligrosamente ciertos tramos de sus cimientos. Donde había playa, ahora solo hay piedras imposibles para el baño. Hay riesgo de derrumbes de algunos tramos de ese malecón; se derribó con ceguera total el balneario de San Martin; los antiguos limos de la marisma de la Reserva Natural se han cubierto de arenas y la fauna limícola ha desaparecido en grandes extensiones de la marisma.
En la bahía de Santoña se ha creado una inestabilidad sin rumbo. La transformación de orillas y fondos ha sido rapidísima. Algunos tratan de encubrir sus causas con el cambio climático. Nada más incierto en este caso. El clima no es el culpable. Ni el aumento, imperceptible, del nivel del mar. No hay que buscar chivos expiatorios. Aquí lo que ha habido son personas y técnicos que han actuado con temeraria improvisación en nuestras aguas.
Sabemos que el espigón del nuevo puerto de Laredo no se puede quitar. Sería carísimo. Ni el muro de Colindres. Pero existen soluciones para paliar sus consecuencias en el arrastre de arenas en la vaciante de marea del malecón de Santoña. También habría que recuperar la retención de arena del necesitado balneario de San Martín. Y, sobremanera, hay que vigilar y remediar los nuevos depósitos de arenas en canales de navegación y marismas.
Los ciudadanos no tenemos que estar condenados al fatalismo de que ya no hay remedio. La bahía santoñesa debe recuperar lo que se ha deteriorado en ella desde hacen dos docenas de años. Como poco, hace falta diseñar un eficaz Plan Director de la costa de Santoña, hecho desde el conocimiento y dotado de medios y dineros. Santoña tuvo un Plan Director para los muelles pesqueros santoñeses y funcionó muy bien porque hubo una estrategia clara de qué se quería hacer.
La bahía necesita también una clara estrategia de acción. Ya no hay disculpas para la tardanza. Y sobre todo sobran los muy hispanos silencios consentidores del no hacer nada.
Pedro Valle Madera es instructor de buceo profesional. Experto en obras marítimas y submarinas y Manuel Solana, arquitecto.
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