El poder de lo local en el nuevo marco geoestratégico
Rafa Cobo
Regenerative Lead de Impact Hub
Sábado, 26 de julio 2025, 07:36
Santander ha vuelto a ser el punto de encuentro de la economía de impacto. El IV Encuentro 'El Camino hacia la Economía de Impacto', celebrado ... recientemente en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y organizado por el Centro Yunus Cantabria y SANFI, ha reunido a 60 ponentes de administraciones públicas, empresas y organizaciones sociales con una convicción común: las transformaciones que necesitamos para tener una Europa resiliente, sostenible y próspera desde un punto de vista estratégico, solo serán posibles si somos capaces de articularlas en nuestros territorios con soluciones de potencial local reales, adaptadas e integradoras.
Desde Impact Hub, uno de los patrocinadores del evento y moderadores en una de sus mesas, hemos planteado un abordaje sistémico a estos retos. Hablamos de transiciones energéticas, climáticas, demográficas o sociales que no se pueden resolver con recetas simples y centralizadas. Son procesos complejos que atraviesan las comarcas, los municipios, los barrios, y que exigen nuevas formas de colaboración entre actores muy distintos, pero igualmente responsables de construir un futuro común.
Este encuentro ha reafirmado la idea de que debemos dejar de recurrir a soluciones fragmentadas o «aspirinas» que tratan los síntomas, pero no la raíz de los problemas. Necesitamos marcos de colaboración más sólidos y, al mismo tiempo, más humildes, capaces de escuchar primero los desafíos para luego abordarlos de manera conjunta. Por ejemplo, Galicia ha mostrado cómo crear polos de emprendimiento en el territorio no urbano con alianzas público-privadas y formación de agentes locales para generar empleo y arraigo. Desde Cataluña han compartido su experiencia con las agendas compartidas de la RIS3CAT, que buscan comprender problemas complejos desde múltiples dimensiones y actores para transformarlos de raíz.
El caso cántabro también tiene mucho que enseñarnos. La Asociación Amica ha demostrado que la inversión social y ambiental puede tener un retorno tangible, tanto económico como comunitario. Es el ejemplo de cómo la colaboración entre administraciones y entidades sociales puede generar empleo de calidad, restaurar ecosistemas y mejorar la cohesión social.
En las mesas redondas de Santander también se trató la importancia de replantear la gobernanza y de fortalecer la capacidad de decisión y acción de los actores locales. Cuando las comunidades cuentan con recursos, conocimiento y legitimidad para diseñar su propio futuro, se adaptan mejor a los cambios y generan soluciones más estables y sostenibles. Esto no significa aislarse ni renunciar a la coordinación global, sino construirla desde la base, con realismo y compromiso.
Este reto es especialmente relevante en regiones como Cantabria, caracterizadas por una fuerte identidad territorial pero también con retos de despoblación, envejecimiento y necesidad de diversificación económica. Pensar la economía de impacto aquí, en este nuevo marco geoestratégico, implica preguntarse cómo crear oportunidades de empleo de calidad que fijen población desde estos vectores de transformación necesarios: transición energética, circularidad, resiliencia de las ciudades, etc; cómo fortalecer la economía social y solidaria; cómo regenerar ecosistemas naturales degradados y vulnerables y adaptarse al cambio climático y a la vez fortalecer la identidad y la cohesión social.
Para abordar estas transiciones necesitamos también innovación en la forma de financiar. El Fondo de Impacto Social –que coordina COFIDES y que ya ha cumplido un año de funcionamiento– apuesta por construir instrumentos financieros que permitan abordar estos retos de transición de forma integral, con soluciones locales.
En Impact Hub creemos que ahí reside uno de los grandes retos para la economía de impacto en España y, en particular, para regiones como Cantabria: aprender a pensar y actuar con una visión sistémica, lo que requiere fortalecer capacidades de nuestro capital humano y social que apoyen el gran desarrollo de capital tecnológico que está haciendo posible estas transiciones. La economía de impacto no es un concepto abstracto, es una manera de organizar la actividad económica para que tenga sentido colectivo y genere bienestar real y duradero.
En definitiva, se trata de construir ecosistemas locales que integran todo el potencial de empresas, emprendedores, instituciones, economía social, academia y financiadores, capaces de sostener procesos de transformación a largo plazo, de innovar y adaptarse desarrollando todo el potencial que hasta ahora no ha sido aprovechado en su plenitud. Esto implica asumir que los retos son complejos, pero también que contamos con las metodologías integrativas para abordarlos. El IV Encuentro de Santander lo ha demostrado.
Ese es el camino que tenemos por delante. No será fácil ni rápido. Pero si algo hemos aprendido es que el compromiso está creciendo y que las comunidades locales, cuando se las escucha y se las apoya, tienen un potencial enorme para acompañar el cambio. Este es el juego territorial para Europa y el mundo del que no podemos quedarnos descolgados. Ahora es el momento de pasar de la conversación a la acción.
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