El emboque de Raúl
Los bolos tienen algo especial. Los símbolos del bosque se erigen en la arena del corro, las trayectorias de la pericia humana navegan por el ... aire y los pensamientos se desbordan formando riadas que desembocan en un mar de derribos.
En esta geografía de fantasías, un jugador de la Peña San José, Raúl Zurita, ha hecho la jugada sublime que rompe los caminos de la lógica. Cosa del bolo que se retira discreto a uno de los lados, el que es diferente a todos, el más pequeño e insignificante, pero el que más grandiosidad aporta al juego: el emboque.
Si hacer un emboque ya es una jugada excepcional, qué les voy a decir cuando alguien hace tres en una sola mano en un concurso. Nadie fue capaz de lograrlo, hasta hace unos días. El mérito de este chaval formado en la Escuela de Bolos de Torrelavega merece entrar en los anales de la historia bolística, haciendo sombra al legendario rey del emboque, Rogelio González, el célebre 'Zurdo de Bielva', que cuando lanzaba las bolas hacía respirar al público para preparar su emoción ante un emboque que se presentía. Esa sensación la viviremos ahora cuando Raúl eleve la bola y la dirija a su destino.
Entre estirpias de panojas, parejas de bueyes y gamellas relucientes, Manuel Llano, el escritor que supo describir con sencillez y ternura la estampa rural poblada de colores y leyendas, decía que «lanzar bien los buenos pensamientos es lo mismo que hacer emboques en la bolera», y añadía sobre el estelar desenlace de los bolos: «Vencer por virtud, por inteligencia, por humildad, por afecto, por energía, es hacer en la bolera de la historia unos emboques resonantes, ejemplares, inolvidables...».
Enhorabuena, Raúl. Gracias por lanzar los frutos de tu imaginación y demostrarnos que las proezas ya no son cosa de los tiempos pasados, esos que tiñen de legendarias las acciones que tú has convertido en plena actualidad.
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