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Los libros son como las palomas. Protegen símbolos excelsos, como la paz y la sabiduría. Viajan para divulgar sus mensajes entre plumas o páginas. Reposan ... en el palomar o en las estanterías de nuestras casas. Pero a ambos se los ha declarado la guerra. Las palomas, antaño adorno alegre de las urbes y juego de metas inalcanzables para niños que intentan atraparlas, se han convertido en elementos antihigiénicos, aves molestas productoras de excrementos y catalogadas ya (¡válgame Dios!) en la misma categoría que las ratas inmundas. Se destruyen sus nidos y las ordenanzas municipales sancionan a quienes las den de comer. Habrá que buscar otra distracción para los jubilados en los parques, por ejemplo, la lectura de libros.

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