Más brillo que sustancia
Gala lírica, viernes 22 en la Sala Argenta ·
La velada con las voces de Yende y Fabiano respondió de modo coherente al formato de gala lírica; es decir, hubo más exhibición que músicaEl pasado viernes se presentaba en la Sala Argenta del Palacio de Festivales la Gala Lírica programada para esta septuagésimo cuarta edición del Festival Internacional, ... con la presencia de la soprano sudafricana Pretty Yende y del tenor estadounidense, afincado en España, Michael Fabiano. En el programa, la previsible sucesión de arias y dúos, elegidos entre roles conocidos que se adapten especialmente bien a las cualidades de los artistas, y un breve remate dedicado a la española zarzuela.
Quiero aclarar, ya que en críticas y crónicas siempre hay algunos preconceptos relevantes, como las hay en programadores y público al enfrentarse cada uno a su función, que no soy precisamente un entusiasta de estas llamadas 'galas', que parecen más faenas de aliño para llenar el verano en el caso de los artistas y una fecha en el caso de las programaciones, con un producto fácil, que obligatoriamente incluye obras más o menos clasificables como 'conocidas', y que resulta cómodo para el público, apoyándose en exclusiva en el prestigio más o menos asentado de los cantantes. No hay más hilo conductor, no hay más intención artística, no hay más. Lo que no quita para que a un determinado público le encanten, y que sean frecuentes en todo escenario, desde ritos veraniegos como los Proms londinenses a los espectáculos de masas a lo Termas de Caracalla.
Presentado el matiz, vamos con el concierto. Pretty Yende, en un momento excelente, es una soprano lírica, de voz cuidada y elegante. Tiene un bonito timbre, tiene una buena técnica y busca la expresividad y la emoción en la emisión del canto. En escena, resulta cercana, sonriente, simpática, y se esfuerza por aportar un mínimo de gestualidad que ayude a comprender los contenidos de sus arias, sacadas, por la propia esencia del concepto gala, de todo contexto. Fue así, a lo largo de la velada, la Leonora de 'Il Trovatore', la Helena de 'Las Vísperas Sicilianas' y la Desdémona del 'Otelo', todas según Verdi, para continuar con Lucia, Rusalka, Mimí y la Elena de la zarzuela de Giménez 'El barbero de Sevill'. Destacaría, por su delicadeza y expresividad, la lectura que Yende realizó de la archiconocida 'Canción a la luna' de la 'Rusalka', de Dvorak, y por su simpatía, desparpajo pícaro y exhibición técnica su incursión en la zarzuela con la no menos conocida 'Me llaman la primorosa'.
En el caso de Michael Fabiano, que fue Manrico, Rodolfo por partida doble, Otelo, Edgardo, Canio y Leandro a lo largo de la noche, resulta un tenor spinto con una voz de hermoso timbre y asombroso volumen vocal. Es precisamente esta cualidad de su instrumento la que puede despertar alguna consideración crítica, ya que tuvo la tendencia a lo largo de la noche a mantener las arias en un volumen quizás demasiado elevado y un tono dramático demasiado 'furioso', que a veces llevaba a sonar como innecesariamente crispados y excesivos algunos de los fragmentos seleccionados: Bien para el extremo y brutal 'Vesti la giubba', del 'Payasos' de Leoncavallo, quizás necesitado de matices más reflexivos y melancólicos en su dúo de 'Lucia de Lammermoor' o en su romanza de 'La tabernera del puerto'. En cualquier caso, sus intervenciones fueron vibrantes y apasionadas, destacando su Rodolfo de 'Luisa Miller' y el aria mencionada de 'Payasos', y en los dúos conectó bien, con una interesante complicidad, con la voz de Yende, si bien, una vez más, el volumen de Fabiano oscureció en algunos momentos el canto, mucho más matizado, de la soprano. En cuanto a la orquesta, la Oviedo Filarmonía, dirigida por Pablo Mielgo, tan acostumbrada como está a dar soporte a cantantes líricos, cumplió con sobrada eficacia su papel, y aportó dramatismo en la obertura de 'La forza del destino', alegría y gracia en la de 'Don Pasquale' y energía festiva en 'El tambor de granaderos', bien dirigida por Mielgo, que se sumó al buen rollo y complicidad patentes entre los dos cantantes.
Como no podía ser de otra forma con este formato, el público aplaudió con generosidad, y a cambio de su entusiasmo, cosechó un bis integrado por varias melodías favoritas del mundo de las canciones del cine y el musical, desde 'Casablanca' a 'El mago de Oz', pasando entremedias por 'Desayuno con diamantes', 'Sonrisas y lágrimas' y 'Cats'. Una noche, en fin, con más brillo que sustancia, con más de exhibición que de música. Pero razonable, al fin y a la postre, si resaltamos que era una noche para el entretenimiento sin más.
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