Los cuidados no pueden esperar
Cada verano, la falta de profesionales en el sector de los cuidados se convierte en una emergencia silenciosa. Las vacaciones agravan una situación que ya ... es crítica el resto del año. Pero no estamos ante un problema puntual, sino estructural. La raíz está en la financiación insuficiente del sistema de dependencia, que no responde ni al volumen de la demanda ni a la dignidad que merecen quienes sostienen este servicio esencial.
La financiación comprometida por el Estado para 2025, aunque histórica en términos nominales, sigue siendo insuficiente y mal repartida. No basta con aumentar las partidas si no se acompaña de una reforma profunda que reconozca el valor social, económico y humano de los cuidados. La dependencia no puede seguir tratándose como un gasto: es una inversión estratégica en bienestar, generadora de empleo estable y de calidad. La demanda de cuidados crece sin pausa, impulsada por el envejecimiento de la población. Si no se actúa ahora, nos encontraremos con una oferta escasa frente a una demanda desbordada. Y eso no es solo injusto: es insostenible.
El sector necesita un cambio. La mayoría de los profesionales son mujeres, con contratos parciales, salarios bajos y cargas laborales excesivas. La falta de reconocimiento profesional está provocando una fuga de talento hacia otros sectores, especialmente el sanitario. Si no cuidamos a quienes cuidan, ¿quién nos cuidará mañana?
Los cuidados no son un lujo ni un capricho. Son una necesidad que debe ser atendida con responsabilidad política. Es hora de que el Estado y los gobiernos autonómicos se lo crean. La solución pasa por un Pacto de Estado que garantice una financiación adecuada y estable, que permita ampliar servicios y mejorar condiciones laborales; un reconocimiento profesional real, con salarios dignos y formación continua; un cambio de modelo, apostando por una atención integral, profesional y humana; e innovación tecnológica que complemente los servicios, acompañando a los profesionales.
La desinstitucionalización, tal como se está planteando, no es una solución sino una estrategia de ahorro. El modelo actual de atención domiciliaria –con un máximo de 94 horas mensuales, que en la práctica rara vez supera las 2 horas al día– no es suficiente para cuidar con dignidad.
¿Quedarse en casa para recibir cuidados? Es lo justo, y así está sucediendo: el 95% de las personas que necesitan cuidados los reciben en su hogar. Pero para que esto sea viable, también se necesita más financiación, más recursos humanos y más apoyo profesional. Los prestadores ejecutamos los servicios del cuidado con los recursos que nos asignan. Y lo hacemos con compromiso, vocación y profesionalidad.
Los servicios que creemos hoy son los que recibiremos mañana. Porque cuidar no es solo atender: es reconocer, dignificar y construir una sociedad más justa.
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