'Poker Face' sigue tras la pista de 'Colombo'
Tras un comienzo renqueante, la espera ha valido la pena. La segunda temporada del estupendo procedimental de Rian Johnson, protagonizado por Natasha Lyonne, recupera la frescura y el ingenio de la entrega anterior
Dos años han transcurrido desde que viera la luz la primera temporada de 'Poker Face' en SkyShowtime. A falta de un episodio para llegar a su conclusión, puede decirse que la espera ha merecido la pena, incluso a pesar de que esta nueva entrega da comienzo de forma algo renqueante. La causa es difícil de entender porque la ficción creada por Rian Johnson, responsable de la franquicia 'Puñaladas por la espalda', es un procedimental, una de esas series con capítulos autoconclusivos cocinadas para que un espectador pueda ver un episodio sin necesidad de seguir una trama de largo recorrido, aunque la haya.
En este tipo de ficciones, la clave está en el personaje o los personajes principales y lo cierto es que Charlie Cale no ha cambiado nada. Bueno sí, ahora vapea, en lugar de fumar, pero sigue bebiendo como si el final del mundo estuviera a la vuelta de la esquina y mantiene esa extraña habilidad que le permite discernir si alguien miente o no. De voz ronca y rota, Natasha Lyonne, a quien hemos podido ver en series como 'Orange is the New Black' o 'Muñeca rusa', borda a este personaje desocupado y despreocupado que, en su periplo por Estados Unidos, sigue resolviendo misterios como lo hacían Colombo o la señorita Fletcher en 'Se ha escrito un crimen', series en las que la que nos ocupa se mira sin rubor.
Aunque a Johnson le gusta retorcer ligeramente el planteamiento, la estructura es básicamente la misma en cada capítulo. La acción da comienzo mostrando al espectador, con todo lujo de detalles, el crimen en torno al que gira el episodio -aquí ya sabemos desde el principio quién es el asesino-, para después saltar atrás en el tiempo e introducir a la propia Charlie en la acción, revelando su relación con la víctima, el verdugo y la galería de personajes que trufan la historia y poniendo el foco en sus pesquisas hasta dar con el culpable de los hechos en un 'whodoit' a la inversa, un 'howcatchem', algo así como un 'cómo los atrapamos'.
Entonces, ¿qué falla en los primeros compases de esta nueva aventura estructurada en diez episodios? Quizá la clave esté en un intento en los primeros capítulos de rizar el rizo, de crear situaciones demasiado rocambolescas que enfangan la narración y que restan frescura a la propuesta original. Son situaciones que la serie ni por asomo necesita y que se dan en los tres primeros capítulos donde se pierde esa sensación familiar: ni los personajes secundarios están brillantes ni los casos resultan entretenidos, si bien el tercero sirve para eliminar de un plumazo la persecución que desde el arranque de la serie llevaba a Charlie a huir de estado en estado. En realidad era una excusa tonta, pero uno tiene la sensación de que al eliminar esa exigencia de guion, los creadores se hubieran relajado porque a partir del cuarto episodio la ficción alcanza los niveles de la temporada anterior.
El corazón de Charlie
En efecto, a partir de ahí la ficción apuesta por situaciones mucho más sugerentes e incluso se permite acercarse al herido corazón de Charlie, en un momento inédito para nuestra protagonista y los espectadores que se han encariñado con ella. A saber, un policía, al que encarna Kumail Nanjiani, muy famoso en las redes sociales por haber hecho de un cocodrilo su mascota; un equipo de béisbol tan malo que apuesta en su contra; una repelente niña de primaria que acaba con un concurso de talentos; un interesante grupo de estafadores o un cliente del que se enamora cuando reparte comida a domicilio son algunos de los divertidos personajes que recalan en esta temporada.
Precisamente parte del encanto de la ficción, mimada y cuidada hasta el más mínimo detalle -el sabor añejo de los créditos o la exquisita banda sonora centrada en el banjo a cargo de Nathan Johnson, primo del creador y artífice de buena parte de la música de sus trabajos, son buen ejemplo de ello-, está en los roles variopintos que van formando parte del paisanaje que Charlie se encuentra en su huida. No en vano, Johnson ya comentó en una entrevista que le interesaba «hacer de cada episodio una inmersión antropológica profundizando en un pequeño rincón de Estados Unidos que de otra forma no verías». Exageraba, a juzgar por los nuevos episodios, pero es justo decir que algo de razón no le falta. Como anécdota, en esta nueva temporada Steve Buscemi tiene un papel como un buen tipo al que Charlie solo conoce a través de la emisora de radio.