Carasa, más de cinco siglos soltando una gata negra
El acto, con el se cumplió el 546 aniversario de esta fiesta, se desarrolló sin polémica y con cientos de asistentes
Carasa celebró este miércoles la centenaria fiesta de la Gata Negra con una muy numerosa participación que denota el arraigo de la tradición cinco siglos ... después de su nacimiento. Los vecinos de Carasa, en la Junta de Voto, se congregaron en la singular celebración que conserva tintes de tiempos pasados. Una esencia que para algunos colectivos animalistas debería modernizarse, como solicitaban en ediciones pasadas proponiendo que se sustituyera al animal por un peluche o una persona disfrazada, pero la polémica se apaciguó hace ya varios años y de ella solo quedan preámbulos a la suelta del felino para comprobar su estado.
Por su parte, el ritual se mantiene inalterable desde su origen en 1477, lo que se traduce en una tradición que cumplió este miércoles 546 años homenajeando a la gata negra que «salvó al pueblo con sus mágicos poderes del hambre». Así lo ha explicado Manolo Rivero, el tradicional maestro de ceremonias, en su discurso, porque cree que es importante que los visitantes conozcan el origen de la fiesta. La historia cuenta que en aquel año Carasa vivía una fuerte sequía y al alcalde del momento le pareció bien soltar a una gata negra a la que se le atribuían poderes para solucionar el problema que estaba llevando al pueblo a la miseria. El felino corrió hacia la Mies y se desató una tormenta que regó los campos. De ahí su significado, un tanto curioso si lo miramos desde el presente: la dirección que toma la gata al soltarla en el corazón de Carasa determina cómo serán las cosechas para los agricultores. Así, si el animal se dirige a la Mies es presagio de productividad en la siembra, mientras que si corre hacia el Pico Carrasco pronostica una mala temporada para los agricultores. Este año, la gata −que tenía manchas blancas− huyó bajo la atenta mirada de los presentes hacia la Mies por lo que el año que viene los vecinos deberán centrar sus esfuerzos en la siembra.
El desfile se desarrolló con normalidad. Con una multitud de personas −entre las que se incluyen autoridades del gobierno regional− siguiendo al carro portado por un caballo y con la gata en su interior. A la cabeza los piteros ambientaron con música el acto hasta la plaza del pueblo, donde Rivero expresó su gratitud a los asistentes, a quienes dio la bienvenida a la fiesta. También pronunció unas palabras en agradecimiento al actual regidor, Santiago del Campo, y al anterior alcalde, el popular José Luis Trueba, que «lo pasó mal por las presiones de los que se hacen llamar animalistas». En ese sentido, el maestro de ceremonias ha señalado que «Carasa ama a los animales y en especial a su gata que salvó a los vecinos del hambre en 1477», y ha dado las gracias con sorna a los ecologistas porque «ahora la fiesta es más conocida».
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