Donde nace el arco iris
La ganadería contrasta con el turismo de montaña en los Collados del Asón
La cascada del Asón domina el paisaje del Parque Natural de los Collados del Asón, en Soba, a través de la ruta de Cailagua, ... que recorre su fisionomía. La sensación de libertad que se respira a varios cientos de metros de altitud, el sosiego que ofrece el silencio de un valle de poco más de mil habitantes, o los paisajes de postal que la naturaleza caprichosa, el paso del tiempo, el agua y el hielo han dibujado en el terreno, son un atractivo para los que buscan perderse en la montaña o entre hayedos. Resulta casi perturbador tomar conciencia de como discurre la vida a toda velocidad en la ciudad o en los municipios urbanos, donde todo es atender obligaciones, ejecutar tareas y cumplir horarios -a veces autoimpuestos- cuando uno transita por cualquiera de los 27 núcleos de Soba y se deja contagiar por su ritmo vital. En Soba el tiempo se detiene si uno se para a otear el horizonte y cierra los ojos para recrearse en las sensaciones.
Un paisaje imperturbable que convive en armonía con las labores ganaderas en una relación de respeto mutuo. La vida en el Valle de Soba es «calidad de vida», para la familia de María Gómez, que tiene una explotación de ganado de leche en La Revilla.
Acostumbrada desde niña a veranos sin ocio, sin piscina, amigos o campamentos, su niñez discurrió en un núcleo en el que vivían solo tres niños. Mientras sus amigas estaban en la playa, ella y su hermano ayudaban en casa. Desde mayo o junio «yo era la sombra de mis padres, recogiendo la hierba seca, metiendo fardos, segando con mi madre o limpiando fincas». Trabajo duro que le valió unas aptitudes que llamaban la atención de sus profesores de Educación Física en el instituto. «Siempre me quedaba con los chicos porque tenía mucho físico y mucha fortaleza». Con todo, no siente que se haya perdido nada y no cambiaría la vida que ha tenido por otra más cómoda. Quedarse en Soba con la explotación de leche ha sido una elección después de haber estudiado Informática y Gestión Comercial y Marketing y haber vivido en Santander. Diferente es ahora con sus hijas, que reclaman ir a Ramales para hacer vida social. Ellas tampoco dejan de hacer las cosas que quieren por vivir en Soba. Las distancias son cortas y cuando lo necesitan María las acerca a Ramales a la piscina, a estar con sus amigos o a mountain bike.
«Desde mayo o junio yo era la sombra de mis padres, recogiendo la hierba seca, metiendo fardos, segando con mi madre o limpiando fincas»
Aunque no trabajan, como hizo ella, «sí las involucro en todo lo que hacemos» para que aprendan el valor del esfuerzo. A su madre la ven con la hierba, las vacas, manejando un taladro, una radial o la desbrozadora, conduciendo el tractor o cocinando, porque «quiero que sean autosuficientes y no dependan de nadie».
Su estilo de vida basado prácticamente en el autoconsumo les ahorra viajes a Ramales y les ha permitido también aislarse totalmente cuando el virus llegó a su casa. «Tenemos carne, huerta, frutales, hacemos mermeladas, yogures, y como somos productores de leche tenemos un montón de materia prima».
Los lugareños, como María, apenas notan la presencia de los turistas y montañeros si no es en La Gándara, donde de encuentra el Centro de Interpretación de los Collados del Asón, que los recibe.
El inicio de la época estival ha registrado este año más visitantes que las temporadas anteriores huyendo, casi con toda probabilidad, de las aglomeraciones del turismo de sol y playa o buscando el reencuentro con el sobrecogedor paisaje del Alto Asón después de pasar cerca de tres meses encerrados en casa. En cualquier caso, tomando como referencia la primera quincena de julio, «ha sido un año extraordinario», comenta Germán Pérez, guía del Centro de Interpretación. «La gente en julio ha tenido ganas de salir a la naturaleza» y se ha notado en la demanda que ha habido de las rutas del parque.
La actividad del centro se reinició el 1 de julio doblando la oferta de rutas guiadas. La iniciativa ha sido un «éxito» e incluso ofreciendo dos itinerarios se ha llenado el cupo de plazas. Es un modelo de turismo que está en alza y tiene también su público en los meses de otoño con el baile de colores que regala la vegetación y el espectáculo de la cascada del Asón cargada de agua, y en invierno con la nieve, a través de las aproximadamente 30 rutas de senderismo del parque.
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